Lo ideal antes de comenzar a explayarme en mis experiencias y conclusiones, seria contarles que trataré de comparar lo que me sucede con la obra del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch publicada en 1870, La Venus de las pieles (en alemán: Venus im Pelz).
Wikipedia nos dice que esta obra forma parte de la saga de El legado de Caín, que Sacher-Masoch quería crear en seis libros, con seis historias diferentes en cada uno y divididas en seis temáticas: el amor, la propiedad, el estado, la guerra, el trabajo y la muerte. El autor nunca consiguió completar El legado de Caín. La venus de las pieles forma parte del libro dedicado al amor y es posiblemente la más conocida de sus novelas y la que ha vinculado el nombre de Masoch al término masoquismo.
Ahora sabiendo cual es el elemento comparativo para este trabajo, deberemos aclarar lo que entendemos por perversión y la segunda acepción de pervertir que nos da el Diccionario de la Real Academia Española es “Perturbar el orden o estado de las cosas”.
Como último elemento o fuente para este escrito diré que me estaré apoyando en el trabajo de Olga Salido Cortés titulado: La Persistencia de los estereotipos de género en las sexualidades alternativas.
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Charlotte Rampling La Venus de las Pieles |
Tratando de establecer puntos que le son comunes a la mayoría de las sociedades patriarcales vamos a decir que las buenas mujeres serán aquellas que cumplan con ser buenas esposas, bien enseñadas para ofrecer cuidados, cumplir con el trabajo reproductivo, la crianza de los niños y por último confinadas al cuidado del hogar; siendo estas las tareas más comunes entre todas ellas. Aquellas buenas mujeres que no estén dispuestas a esto, tendrán por opción servir en las Iglesias (Iglesias que en su mayoría están presididas por hombres desde tiempos inmemoriales).
Por siglos las malas mujeres serían aquellas ingobernables, tomadas como fuentes de placeres y conocimientos. Las de este grupo tuvieron como destino el estar condenadas a mantenerse en los rincones de los espacios públicos y el más común de ellos sería el prostíbulo. A las rebeldes osadas que aspiraran a más les esperaba la cárcel, el manicomio o la hoguera. Lamentablemente es una realidad que a estas fechas sigue estando presente en muchos lugares del planeta.
Obviamente que la religión fue y es un elemento fundamental para lograr imponer este sistema patriarcal. Toda una maquinación perversa creada en torno al cuerpo y a la sexualidad de las mujeres. Sobran pruebas y documentos a lo largo de cada etapa de la historia de la humanidad. Lo vemos en las artes, en la música y más crudamente en el derecho. Porque es en la creación de las Leyes donde el disciplinamiento de las mujeres es más evidente. Hay toda una normativa escrita en la que se trata de imponer el control de la sexualidad femenina, incluso hasta pretende reglamentar el ejercicio de la prostitución, o en el peor de los escenarios prohibirla y combatirla directamente.
Están ahí a la vista, un montón de normas tácitas o explícitas para controlar a esas malas mujeres y mostrándoles a las buenas el camino a seguir; creando en ellas el gran temor a ser estigmatizadas, o el riesgo de ser castigadas de las formas más crueles.
Si lo pensamos un poco, el caso del matrimonio, no es más que un contrato de bienes y servicios equiparable a los que ofrece una prostituta. La diferencia es que en el caso de la prostituta es puntual y en el de la mujer casada no tiene limitación temporal, añadiéndole la función reproductiva.
La Venus de las Pieles presenta como en muy pocas obras esa dualidad de mujer buena y mujer mala. Esa dualidad se prolonga y se perpetúa como creencias variando y adaptándose a los gustos de los hombres. La Venus de Sacher-Masoch es el prototipo de la Dómina, de esa mujer cruel. Esa mujer perversa que se nos muestra fuerte, segura, dominante, capaz de castigar o premiar. Donde el hombre no es otra cosa que un juguete sometido a su albedrío y sostengo esta idea a partir del siguiente fragmento: “Tengo dos ideales de mujer. Si no puedo encontrar el ideal noble, el radiante, una esposa que comparta fiel y bondadosamente mi destino ¡Entonces quiero lo que sea, todo menos algo tibio, a medias! Entonces prefiero entregarme a una mujer que no sea virtuosa, que no sea fiel, que no tenga piedad. Ese tipo de mujer con su grandeza egoísta es también un ideal. Si no puedo gozar completa y entera la dicha del amor, deseo saborear hasta las heces sus dolores, sus tormentos; ser maltratado, traicionado por la mujer a la que amo. Y cuanto más cruel sea, tanto mejor ¡También eso es placer!”
El placer y la sensación de estar vivo es una forma de pensar romántica y hedonista, que persiste, que no acepta mediocridades. Aliándose peligrosamente con el primer gran mito y miedo masculino hacia las mujeres: Dos mujeres, dos estereotipos; la buena y la mala. La esposa y la puta. La buena, es muy difícil de encontrar, según los moldes prefijados que existen para los hombres. Abrir un paréntesis en este punto, para decir que las mujeres están frente al mismo escenario en la búsqueda de su príncipe azul, acorde a los estereotipos prefijados. Por más sapos que besen, difícilmente encontraran a ese hombre ideal. Cierro el paréntesis. Entonces frente a esa dificultad de encontrar esa mujer virtuosa, optamos por entregarnos a la mala mujer, porque damos por sentado que ella por lo menos nos hará vivir.
Ahora me pregunto: ¿Qué pasa cuando damos con esa mujer? Diría con toda humildad que con el correr del tiempo y a medida que la relación se va desarrollando, se acrecientan los miedos, volviéndose más profundos. Habiendo ya renunciado a la búsqueda de la buena, dimos finalmente con la mala ¿Qué tan mala podrá ser? ¿Qué tan perversa y lujuriosa llegará a ser conmigo? ¿Hasta qué límites me llevará? Dentro de uno, ese temor se vuelve dual ¿Es miedo a ella o es miedo a uno mismo, a nuestra propia naturaleza y forma de ser?
El gran desafío y la mayor incertidumbre será tratar de ser el marido fiel, el hombre infalible cumplidor, proveedor. A la vez que el mejor compañero de vida y aventuras, con el que ella pueda soñar tener a su lado. Ser todo para ella y ser tan solo uno para satisfacer semejante demanda, teniendo plena conciencia de que ella no es la hembra buena, sino que es la diablesa. Sacher-Masoch hablando al respecto pone en boca de Wanda “Las mujeres poseen el instinto, la tendencia, a sacar provecho de sus encantos y para ellas tiene muchas ventajas el entregarse sin amor, sin placer; así conservan bonitamente su sangre fría y pueden percibir su ventaja. No olvides nunca esto y no te sientas nunca seguro con la mujer a la que ames”. La mujer es (todas las mujeres), según este retrato, por naturaleza malas y aprovechadas. Las mujeres pertenecen al mundo natural, al de los sentidos, los instintos y no parecieran ser seres fiables.
Pareciera ser que las mujeres se hallan en una posición “ventajosa”, cuando en realidad lo único que hacen es defenderse con la cuota de poder limitado y cedido por el dominador de su dominación. Que además lo hace para que se vuelquen en él mismo los beneficios (dados así los gustos). Aunque la cesión de poderes a veces, se escapa de la limitación impuesta y se vuelve en contra del propio dador, revelando la artificialidad, infelicidad e injusticia que se esconde en el propio modelo, tanto para mujeres como para hombres.
Sí puede ser, que una mujer se encuentre con un hombre que, aunque sepa que la entrega es falsa, si no tiene nada mejor en su vida, si está mal o muy mal, acepte el intercambio más antiguo del mundo: sexo, sensaciones, simulacros de amor, placer a cambio de un lugar para vivir o dinero. Es en el FemDom y dentro de las prácticas BDSM donde se viene a proponer esa nueva estructura. Dentro de estas relaciones el personaje femenino se supone estar cargado de poder e iniciativa sexual, además de dirigir la evolución o desarrollo de la relación en general. Se construye así una muy extraña moraleja o conclusión: “Que la mujer tal como la naturaleza la ha creado y tal como la educa ahora el varón, es enemiga de éste. Sólo puede ser su esclava o su déspota, nunca su compañera. Podría ser su compañera cuando tenga los mismos derechos que él, cuando ella se iguale a él por la formación y el trabajo. Ahora sólo tenemos la alternativa de ser yunques o de ser martillos” (tomando el libro de Sacher-Masoch). Es como que todos estuviéramos involucrados en la creación de roles propios y ajenos muy complejos. Creamos, como si fuéramos dioses, criaturas de formas monstruosas para la sociedad, como diferentes Frankensteins con identidad y vidas propias dentro de sus roles. Proyecciones que existen en las mentes de los participantes que como espejos nos devuelve nuestra propia imagen de lo que somos en realidad.
Si Sacher-Masoch en lugar de titular su libro La Venus de las Pieles, se hubiese animado a titularlo “La Creación de una Ama”, sería un libro de culto de mayor fuerza de la que hoy cuenta, pero tengamos en cuenta que al ser un hombre quien lo escribió, seguramente hubiera sufrido todo tipo de desacreditaciones para ubicar por ejemplo a Elise Sutton en ese podio. Simple apreciación personal.
Entendemos que la Dómina debe ser cruel, pero este poder no le es propio en lo absoluto, es un poder que le ha sido prestado por quien de verdad lo ostenta. Sé que no causa simpatías esto último que acabo de escribir, pero debemos aceptar que ese permiso y empoderamiento de la mujer comienza a partir de la firma de un contrato. El mismo Sacher-Masoch así lo hizo en Diciembre de 1869 y por un plazo de seis meses con la escritora Fanny Pistor. Justamente los temas y personajes de la novela están basados en la propia vida y experiencias de ese periodo de Dominación/sumisión en ese viaje que en la realidad fue a Venecia y que en el libro se plasma como Florencia. En Venecia, no eran conocidos lo que les permitía hacer lo que quisieran sin levantar sospechas.
Como queda demostrado en el caso del escritor y la escritora. Para poder jugar sus juegos de roles, tuvieron que movilizarse, entre ambos todo quedó acotado a seis meses. Debiendo volver ambos después de ese periodo a la rutina de sus vidas personales. No fue Fanny quien escribió el libro, no eran sus fantasías. Fue Sacher-Masoch quien creó los personajes, los roles, el lugar para vivir la aventura y quien plasmó en un escrito lo que había en su cabeza y quien adaptó la propia experiencia a sus personajes. La mujer, por más que fuera la Dómina, estaba sirviendo a los placeres que su esclavo buscaba encontrar. Incluso debemos considerar como un trabajo o un servicio, el tener que tomar un látigo para descargar azotes en su espalda. Es ella quien está ofreciendo placeres, placeres que quizás ella no haya tenido en su cabeza, porque como lo dijimos antes, las mujeres buenas debían seguir otros patrones de conducta. La violencia quizás no esté en su naturaleza, sólo aparece cuando sus esclavos se la requieren y son estos quienes hasta marcan muchas veces el tipo y la clase de violencia que debe practicarse.
El poder de las Dóminas, como la fantasía de sus compañeros, no nos hace más que hablarnos de la verdadera falta de poder en el acuerdo. El cambio de papeles, donde se busca hacer de la mujer algo dominante y poderoso, tocándole al hombre el rol de impotente y sumiso. Eso es algo muy difícil de extenderlo a la cotidianidad de un 24/7. Quizás existan algunas excepciones, pero en lo que va de mi experiencia y por más de haberlo intentado, la fuerza y el poder de la sociedad nos impone cuanto menos a disimular lo que somos o lo que vivimos puertas adentro de nuestros domicilios. Por más que muchos amigos y conocidos sepan de nuestros gustos, no dejamos de ser la excepción a lo que impone la sociedad o la regla, quedando relegados o a ser piezas de museos expuestos como lo anormal y de lo que hay que tomar distancia.
No muy lejos de esto queda la degradación que se hace sobre las Dóminas al considerarlas como una derivación sofisticada o ingeniosa de la prostitución convencional. Cumpliendo con su rol actual, el mismo que las demás prostitutas en tiempos de patriarcado: ser válvulas de escape para estabilizar las carencias y lo básico de las relaciones sexuales tradicionales.
A lo largo de cada una de las publicaciones en este humilde Blog, trato de mostrar a la Dómina como lo más elevado y cuan afortunado se siente uno cuando por esas vueltas de la vida se es puesto en el camino de una de ellas. Seamos sus creadores o no y acá hago una pausa para limitar mis conocimientos a la propia experiencia y créanme que difícilmente podría hablar por Mi Reina. Porque no hay forma alguna de lograr tener la certeza de que ella viva las fantasías con la misma intensidad que quien escribe. Frecuentemente me pregunto si ella es autónoma, si está en su propia naturaleza la lujuria y el sadismo. O si mi mente me juega un mal rato y no hace otra cosa que proyectarme en ella la encarnación viviente de mis propias fantasías u otro simple fetichismo masculino.
Doy por descontado que hay cierta fascinación por el BDSM y la Dominación Femenina que atañe a todas las personas que visitan este Blog. Por eso en la casilla de comentarios me gustaría me ayudaran con sus opiniones a que abramos el panorama explicando como se ven Dominas y sumis@s ¿Qué sienten ustedes y qué es lo que están buscando en el FemDom? Y ojalá, así en conjunto poder formar una opinión más amplia.
Me adelanto a ustedes dando mi humilde opinión y con ella también ir cerrando esta publicación. Pienso que la causa primera es el PODER, todo gira y se sostiene por él. Quien no lo haya tenido o se le haya negado la posibilidad de ejercerlo, lo puede estar buscando en estos mundos. En el otro extremo, estarán aquellos que lo tienen, que lo pudieron haber tenido siempre y ahora tienen una vía cada vez más sólida y popular que además le otorga la posibilidad de apoyarse sobre ciertas reglas que ya están consensuadas dentro de la comunidad, como para que la entrega de ese poder sea más factible.
Entonces, desde ese acuerdo y reconociendo entre ambas partes quien ostentará el poder; se comienza la arquitectura de ambos personajes, Dómina y sumiso. Voy a repetir que la cesión de poder de alguien que lo posee y el hecho de recibirlo es una responsabilidad y un reconocimiento mutuo que tiene como principal propósito valorizar y potenciar la relación de pareja. Entendamos que solamente con otro que se encuentre en igual condición de libertad se puede compartir, ceder o acceder a recoger dicho poder. Desde mi punto de vista, siento que las mujeres deben atender a sus propias motivaciones y deseos, que el sumun sería que estos coincidan con los de su compañero o cuando menos no vayan en contrapunto. Los elementos simbólicos de poder y aquellos que tradicionalmente han servido para convertir a las mujeres en objetos de placer, deben perder sus significados negativos para convertirse en objetos de dos cómplices, dos sujetos, capaces de situarlos fuera de sus propias personas. Por otra parte, la vivencia de los juegos de roles sexuales es tanto más intensa cuanto mayor sea la autenticidad de lo que los participantes ponen en juego. Si el poder es auténtico y compartido, se retroalimenta. Si existe amor auténtico y compartido, igualmente se amplifica y retroalimenta.
El mal uso de ese poder, la falsedad y el engaño abrirán una grieta en la pareja que no se podrá sustentar durante mucho tiempo. Le pasó a Sacher-Masoch con su Venus y así de amplificados se vuelven esos poderes en contra de quienes hacen mal uso de los mismos y los interpretan de manera equivocadas en el escenario sexual. Supongo que esto puede deberse a la confusión que puede darse entre el poder propio y el poder que le es cedido. Esta confusión productora de equivocaciones quizás se deba a que la vida de muchas mujeres se desarrolló en un contexto patriarcal y entonces emula los mismos errores. Los hombres también son víctimas de esa formación cultural y es ahí cuando Mujeres y hombres dificilmente tengan desarrolladas las mismas fantasías y las proyecciones que se hacen sobre la otra parte sean muy diferentes.