Esta es la pregunta
qué la mayoría de las personas nos podemos hacer al entrar en esto del FemDom y
por más que se busque, entre la gran cantidad de material que hay en la red, de
leer las experiencias de los demás, los buenos consejos que se dan y toda la orientación
que se puede llegar a transmitir. Ya sea en este u otros sitios, que sin lugar
a pueden ser mejores y de dónde yo también me instruyo.
Pero por más que se
lea y se lea. En algún momento uno mismo tiene que hacerse la pregunta y
encontrar la propia respuesta, también se puede encontrar la respuesta con la
pareja, quien en definitiva será tu compañero de juegos, porque no puede existir
uno, sin la participación del otro.
Yo no puedo negar
que cuando esta fantasía entra dentro de uno, se genera una atracción tan
fuerte e irresistible por querer vivirla, que las preguntas vienen después:
Cuando uno aterriza de ese primer vuelo y más en frío se comienza a recordar lo
que se vivió. Y al recordar y revivir cada sensación, se debe ser lo más sincero posible, con
uno mismo y con la pareja. De más está decir, que de la otra parte debería pasar lo mismo.
Primero y principal,
no debería haber nada malo en lo que se haga, porque no hay engaños, ni mentiras.
Ambos son personas adultas, libres y responsables. Con pleno derecho de
explorar y vivir su sexualidad plenamente.
Sé que no es muy fácil de justificar el que nos excite hacer
algo que es doloroso y hasta en algunos casos pude que vergonzoso ¿Cómo se hace
entonces para convivir íntimamente siendo dos personas? Una con carácter hacía
afuera y otra siendo de lo más manso dentro del dormitorio, o en todo momento en el que
se está al lado de la compañera. Justamente ¿Cómo hacer para justificar esa
necesidad interior de entregar el control a la otra parte? A esa persona que amamos.
Sepamos
también que en ese punto, ambos siempre tienen el control, porque en el momento
que cualquiera se sienta molesto por algo, o por las razones que fuera, tiene el poder de romper por completo toda la magia. Solo basta decir una palabra y todo se
termina.
Para la parte Dominante
no es más fácil, muy por el contrario, es quien más aclarada debe tener las
cosas, porque es quien provoca dolor en la persona que le gusta y que ama. Es
quien debe romper contra la barrera de lo socialmente aceptado. Curiosamente
donde trata de dibujarse una igualdad entre los géneros, pero lo que buscamos
en la desigualdad en la intimidad, dando el control y el poder a la mujer. Un
control y un poder que para el resto del mundo (lo que a nosotros nos gusta) lo
consideran aberrante o desviado.
Simplemente presenté
las cuestiones más básicas, pero cuando los juegos son de mayor intensidad y duración,
el nivel de las dudas o las culpas pueden ser también mayores.
Todo eso se da,
porque nuestras preguntas las hacemos desde el medio en el que vivimos, al que
llamamos el del buen uso y las buenas costumbres, o el socialmente impuesto,
también llamado políticamente correcto. Es decir todas aquellas cosas que desde
que nacimos nos fueron educando (pero más correcto sería decir programando),
para bien o para mal, depende el juicio que cada uno tenga de las
circunstancias y de la manera que conviva con ellas.
Para empezar a
superar esa barrera, lo urgente sería cambiar el lugar desde donde vamos a
juzgarnos, tenemos que vernos desde otro lugar. Un lugar fuera del “mundo vainilla”
(como solemos decir nosotros). Debemos empezar a valorarnos como individuos.
Cada uno de nosotros es un ser único, con un propósito diferente al de los demás.
Con el derecho de tener placer haciendo cosas diferentes a las de los demás.
Pero claro está que respetando al otro, siendo todo consensuado y seguro. Que
la mayoría piense de una manera política o que tenga determinada religión, o le
guste un cuadro de fútbol, eso no anula las elecciones o los gustos de las
minorías. Muy por el contrario, cuanto mayor sea la variedad, más posibilidades
habrá de probar y elegir lo que pueda gustarnos o no.
En el sitio
Mariposas de Chocolate, tratando este punto, ofrecen una definición excelente “La
intimidad no es una cuestión social. Si se llama intimidad, es precisamente por
eso, porque queda limitado a esa o esas personas con las quien se comparte esa
intimidad y no al conjunto de la sociedad… No existe un vínculo humano mas
intimo, que compartir esa intimidad y dentro de ella el contacto físico y el
sexo son un componente natural de las mismas”.
Siguiendo ese
razonamiento lógico, nos podemos dar cuenta que pueden existir tantos tipos de
intimidades como parejas o grupos que deseen intimar de una manera particular.
Como así también habrán parejas que están muy cómodas en el “Mundo Vainilla” y
lo digo con el mayor de los respetos y sin tono descalificativo, simplemente
para marcar la diferencia de gustos, pero como personas somos todos iguales y
con los mismos derechos. Ni un mundo, ni el otro, están en lo correcto o en lo
equivocado, simplemente son diferentes.
Cada pareja tiene el
derecho de vivir o estimularse sexualmente como quiera. Y es inevitable que de
esas estimulaciones o vivencias se creen y fortalezcan vínculos, que llevan a
la consolidación o también a la ruptura. Porque no todo es un éxito de este
lado. También hay rupturas, tantas como las puede haber en el “Mundo Vainilla”.
Pero quien no
arriesga, no gana dice el dicho y yo creo estar convencido que compartir juegos
sexuales genera una visión de la pareja completamente diferente, que no es fácil
describir con palabras, porque se está hablando de emociones, de éxtasis, de
una linda locura, que uno no quiere que se termine nunca.
Si al preguntarnos desde
ese otro lugar ¿Cómo nos sentimos? Y si la respuesta es “Me siento muy bien así”.
Entonces por amor a nuestro compañer@ le preguntamos ¿Cómo te sentís conmigo
viviendo el sexo de esta manera? Y si la respuesta nuevamente es afirmativa. Ya
no hay que torturarse más, simplemente a disfrutar, porque la vida es muy corta
y las oportunidades muy pocas.-