Hola a todos los amigos del Blog. Les cuento que después de muuuucho tiempo tuve la dichosa oportunidad de volver a estar en sesión y con una nueva compañera. Todavía no está segura de cual será su nombre de fantasía, pero supongo que muy pronto develaré ese misterio.
A modo de introducción diré que la cosa arrancó muy, muy suave por Facebook; de ahí pasamos a WhatsApp, donde todo fue cobrando interés y en la medida que nos fuimos conociendo y entrando en confianza le blanqueé mi inclinación por las disciplinas FemDom. Ella tenía un desconocimiento completo del tema, pero tuvo gran interés en querer aprender.
Le compartí unos links a lugares con información seria, algunas fotos y fue así que atraída por la curiosidad, comenzaron sus preguntas personales queriendo saber por qué me había inclinado por estas prácticas y en qué cosas encontraba yo placer. Respondí a todas ellas de la manera más sencilla y franca que encontré.
Lejos de asustarse, se mostró más interesada en querer conocerme mejor. La comunicación se volvió interesante para ambos y le compartí el material del Blog.
Entonces me reconoció que jamás se le presentó una oportunidad así antes. Con su anterior pareja, una vez le dio un mordisco en las nalgas y él se había molestado, en otra ocasión al salir de la ducha le dio un chirlo en la misma zona y él le replicó de muy mala manera y argumentando que ella tenía la mano muy pesada. Fue así, que ella nunca más intento volver a cometer picardías por el estilo.
La conversación y el intercambio de mensajes fue cobrando cada vez más temperatura, por lo que el encuentro en persona ya era cuestión de días. Y eso se dio, luego de que yo me ofreciera a ser su sumiso para que ella pudiera realizar finalmente sus fantasías de morder y darle chirlos a un hombre sin sentimiento de culpa ni futuros reproches.
La tarde del encuentro se dio un sábado, nos encontramos en un café y ella me aclaró que no disponía de mucho tiempo ese día, pero debido a mi insistencia y a su curiosidad se sentía segura de subir a un nivel superior, o sea, por encima de la relación virtual que hasta ese día veníamos teniendo.
Hubo tan buena conexión entre ambos, que casi no fue necesario hablar y fuimos derecho al grano. Ella me reiteró que no tenía mucho tiempo y qué si yo estaba de acuerdo, ella ya quería ir a un lugar más íntimo.
Sin poder dar crédito a la situación, pagué la cuenta y la invité a subir al auto para luego ir a alguno de los moteles que hay afuera de la ciudad.
En el viaje me aclaró que no me hiciera ilusiones con que íbamos a tener una penetración esta primera vez, que básicamente quería probar si ella sería capaz de ser una Dómina y lo que sentía al tener un hombre a su merced. Mi respuesta fue muy simple, que sólo pasaría lo que ella quisiera y nada más.
Llegamos al Motel, nos registramos y fuimos abrazados hacia la habitación. Hasta ese momento no nos habíamos dado un solo beso. Ni bien cerramos la puerta, ella me abrazó fuerte y puso su cara de lado sobre mi pecho. Nos quedamos así quietos por un buen rato, quizás hayan sido unos pocos segundos, pero para mí fueron más.
Me miró a los ojos, con sus manos inmovilizó mi cabeza y me dio piquito. Me preguntó si yo estaba bien, asentí con mi cabeza y automáticamente comenzó a desvestirme. Primero la parte superior, mientras ella desabrochaba mi pantalón, yo la ayudé quitándome las zapatillas con los pies. Cuando cayeron los pantalones, tomó distancia de mí y con la mirada me indico que me dirigiera a la cama. Me senté y con la mirada me indicó que fuera hacia el cabezal y así lo hice, recostándome con la panza hacia arriba.
Sacó la media de mi pie izquierdo y con las dos manos lo afirmó sobre un ángulo de la cama como dándome a entender que no quería que lo moviera. Lo mismo hizo con mi pie derecho.
Ella todavía se encontraba completamente vestida y parada a un lado mio. Mirándome y yo mirándola, con su dedo índice comenzó a recorrer la pierna desde mi tobillo, subiendo poco a poco y evaluando mi inmovilidad. Subió, subió pasando muy cerca de mi pene y buscando luego mi ombligo, pasó por el centro de mi pecho y bajó por mi brazo izquierdo que estaba pegado al cuerpo (lo mismo el derecho). Lo extendió, llevándolo al lateral del cabezal de la cama y repitió la misma acción que había hecho con los pies. Lo sostuvo firme con las dos manos como marcando la posición de la que no debía moverlo.
Caminó por alrededor de la cama muy despacio y recién entonces se la notó haciendo un reconocimiento de la habitación. Llegó entonces al brazo derecho y marcó la posición en la que debía quedar. Supongo que algunas sogas para hacer las ataduras le hubieran venido muy bien, pero no las tenía. Se ubicó al pie de la cama y ella comenzó a desvestirse quedando solo con su conjunto de ropa interior de color negro, de un estilo deportivo que hacía que sus pechos se vieran más pequeños de lo que en realidad deberían verse.
Por estar en la mitad de sus cuarenta, su piel es perfecta, sin marcas, de contextura atlética y músculos bien marcados, sobre todo los brazos y las piernas. Cuando la cabeza comenzaba a llenarme de preguntas y afirmaciones, ella me consulta si tengo la necesidad de ir al baño. Con un movimiento de cabeza le doy a entender que no.
Entonces se agacha y desaparece de mi vista, siento su respiración cerca de mi tobillo izquierdo y luego sus dientes hacen una presión suave arriba de él. Luego vuelve a hacer lo mismo al costado de la pantorrilla, esta vez un poco más fuerte y un tiempo más prolongado. Me suelta y una de sus manos hacen una suave caricia en el lugar de la mordida. Vuelve a hacer lo mismo entre la pantorrilla y la rodilla. Me cuesta un poco mantenerme inmóvil. Ella decide cambiar de pierna y me muerde al costado del muslo de mi pierna derecha, comienza suave y aumenta la presión. La humedad de su boca refresca el ardor, la sensación se vuelve casi insoportable, siento los músculos tensarse y que ambas plantas de los pies se arquean y entonces me suelta.
Hace una pausa, se queda mirándome desde esa posición agazapada entre mis piernas y se incorpora en cuatro patas. Pasa su dedo por encima de mi calzoncillo y automáticamente siento como comienza mi erección, que hasta ese momento venía controlando bastante bien. Pícaramente me dice: “A él no lo voy a morder, (todavía)”. Se agacha y posa sus labios sobre él, luego marca con su lengua una línea hasta mi ombligo.
Hace otra pausa y se reacomoda, me hace cerrar las piernas y pone las suyas por fuera. Me mira nuevamente por unos segundos y baja su cabeza sobre mi tetilla izquierda, con su lengua juega por unos instante con ella. Una experiencia que nunca había tenido antes. Luego suaves succiones y de repente el mordisco. No muy fuerte, pero con la suficiente presión como para sujetar mi tetilla y estirarla sin que se le escape. La sensación es indescriptible, lo vuelve a hacer dos veces más y luego ataca de la misma forma mi tetilla derecha.
Se sonríe y me dice que eso era algo que quería hacer hace mucho y que nunca había encontrado el compañero que se lo permitiera. Subió su cuerpo un poco más, descubrió sus pechos y noto que ella tiene unos pezones un poquito más grandes de lo que yo estaba acostumbrado a ver como normales. Con ellos masajea mis tetillas dibujando espirales y nuevamente me siento sumergido en otro trance.
Sube un poco más y pone esos hermosos pechos a la altura de mi boca, dándome la posibilidad de hacerle los honores. Hago mi mejor esfuerzo para ser bien complaciente con esos pechos y se ve que lo hice bien, porque finalmente me gané el primer beso bien dado, una pausa y otro más, y otro, y otro. El sabor de sus besos es delicioso, sumado al reciente sabor de sus pechos, me siento como embriagado.
Ella siente la necesidad de reacomodarse, ubica mis brazos al lado de mi cuerpo y sin sacarse la bombacha se sienta casi sobre mi cara, con su mano izquierda me descubre su tesoro, mientras que con la derecha agarra mi cabeza y la acerca a su vagina. Ahora sí me encuentro obnubilado por su manjar tan delicioso. Haber sufrido un poco de dolor previamente al final tuvo su gran recompensa.
Pero eso no fue todo, pensé que ella quería terminar de esa forma, pero no. Llegó mi gran sorpresa; se levantó de la cama, se sacó la bombachita y a mi el calzoncillo. Me masturba buscando el mejor punto de mi erección, cada tanto su boca también colabora. Cuando la tuvo del tamaño que ella quería, se sentó sobre mi vientre, enfundó mi pene y me montó como si fuera un potro salvaje. Estaba visto que la quería sentir toda adentro. Yo sentía un calor muy intenso en su interior. Trato de poner mi mente en blanco para no romper la magia y dejar que sea ella quien marque los momentos y la forma en que debíamos terminar. Pero fallé, por dentro subió una eyaculación muy fuerte, volcánica diría yo y así quedé tendido, ella se recostó sobre mí por unos minutos sin decir nada, luego nos pusimos en cucharita con los cuerpos bien unidos y seguíamos sin pronunciar palabras.
Al poco tiempo, me pidió que la llevara de vuelta, que no podía quedarse más tiempo conmigo. Nos bañamos juntos y en esos últimos minutos juntos, traté de ofrecerle todos los cuidados y mimos posibles, para lograr la mejor puntuación posible y ojalá ganarme una segunda oportunidad. Y si eso ocurre, ya será otra historia.
Bienvenidos a este rincón FemDom de Mi Reina “Lady Eros” y Mío (quien escribe). Humildemente pretendo desde aquí revalorar a la mujer y adorar con todo mi ser a la que finalmente me aceptó. La idea es compartir buena información, relatos propios, ajenos y lo necesario para ayudar a quienes deseen correr los límites de sus fantasías inclinándose por el camino del FemDom y el BDSM, pero siempre con la idea de ser guiados por una mujer. Se agradece tener mente abierta y respeto por los demás.
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