Para esta nueva
entrada del Blog, se me ocurrió comenzar a investigar sobre algo que pueda
estar dándose dentro de la comunidad FemDom o BDSM. No me voy a abstraer del
tema, como que fuera algo que les pueda estar pasando a los terceros; muy por
el contrario, trataré de ser lo más sincero y abierto posible compartiendo lo
que mis propias vivencias y experiencias me han enseñado a los largos de los
años y a lo que sucedió y me sigue pasando en ese interminable proceso de
cambio y evolución. Ese camino en el que tratamos de descubrirnos a nosotros
mismos, lo que queremos y a quienes queremos como cómplices y compañeros de
aventuras.
No es una temática
que me de gusto tratar, porque lógicamente, nos cuesta aceptar y reconocer que
nuestro estilo de vida, nuestros gustos o inclinaciones nos exponen a estar en la
primera línea de combate y encontrarnos con posibles psicópatas. Gente
mentalmente dañada, o con propósitos oscuros y que lejos de cuidar a los sumisos, pueden
llegar a dañarlos o destruirlos psicológicamente. Es por eso que me siento con
la responsabilidad y casi la obligación de tratarlo en el Blog.
Como aporte profesional,
me apoyaré en la publicación de Antonio Galindo, donde él analiza la
personalidad de los psicópatas. Quizás al final seamos capaces de descubrir con
sorpresa que tenemos ciertos rasgos o comportamientos a los que deberíamos
prestarle atención y trabajar en ellos para ser mejores y no lastimar a los que
amamos. Si, por el contrario, vemos que alguien cercano a nosotros presenta
estas características, será mejor tomar recaudos y no descartar tener que recurrir
a la ayuda profesional.
Comenzaremos
diciendo que reconocemos al psicópata como un es un ser egocéntrico e inseguro
necesitado de admiración y atención constante. Dónde su talón de Aquiles y
detonador será que se le ignore o no se le preste la atención que ellos
demandan.
Por más que estemos
hablando de FemDom o BDSM, es duro y doloroso darnos cuenta que estamos conviviendo
con alguien que es inestable emocionalmente o que podría llegar a ser peligroso
en el ámbito de la convivencia cotidiana.
Nos es más fácil observar cómo viven los demás, a veces incluso, aceptando con facilidad que un amig@ es violento, peligroso y explosivo. Asumimos y tomamos ese riesgo en una amistad y hasta incluso con familiares que serían casos más próximos, donde se ven o se conocen con mayor claridad estas situaciones psicopáticas. Pero al estar en pareja, ese darse cuenta toma mucho más tiempo, reconocerlo más tiempo aún. Será porque creemos que el amor puede ayudarnos a cambiar a las personas, que al estar casados y con una familia propia, todo será diferente y soñamos con que esa persona amada se convertirá en aquel compañer@ ideal, que por tanto tiempo hemos estado anhelando. Ese pensamiento con esperanzas tan grandes a futuro, lo fundamentamos en la certeza de que nos aman en la misma medida que nosotros amamos. Lamentablemente, debo anticiparles que con un psicópata esto no se da de esa manera. Su balanza y sentido de justicia dista mucho de ser “algo justo”.
Nos es más fácil observar cómo viven los demás, a veces incluso, aceptando con facilidad que un amig@ es violento, peligroso y explosivo. Asumimos y tomamos ese riesgo en una amistad y hasta incluso con familiares que serían casos más próximos, donde se ven o se conocen con mayor claridad estas situaciones psicopáticas. Pero al estar en pareja, ese darse cuenta toma mucho más tiempo, reconocerlo más tiempo aún. Será porque creemos que el amor puede ayudarnos a cambiar a las personas, que al estar casados y con una familia propia, todo será diferente y soñamos con que esa persona amada se convertirá en aquel compañer@ ideal, que por tanto tiempo hemos estado anhelando. Ese pensamiento con esperanzas tan grandes a futuro, lo fundamentamos en la certeza de que nos aman en la misma medida que nosotros amamos. Lamentablemente, debo anticiparles que con un psicópata esto no se da de esa manera. Su balanza y sentido de justicia dista mucho de ser “algo justo”.
Al poco tiempo de
comenzada la relación, ya se van sumando indicios de que lo que está pasando
con la relación no nos da paz interior, ya no se produce esa linda complicidad de
pareja. Ante ese escenario, la desconfianza sale a flote tornando el escenario
en algo mucho más oscuro y complejo, peor será si a ese cóctel se le suman los celos.
Comienza así a darse ese mecanismo mental que anestesia la tensión psicológica
que siente el corazón ante la falta de unión con la pareja. Es de las
sensaciones más humillantes y dolorosas percatarse que el daño se da en la intimidad
con la pareja. Lo cual se traduce en agudo dolor, un dolor escondido que se
compensa con justificaciones a lo que la pareja dice y hace. Se ponen en marcha
duros juegos mentales que pretenden opacar la vergüenza que sentimos por dentro.
Esa vergüenza que viene de negar la realidad, en vez de reconocer por fin lo que
a uno le está sucediendo. Aquello que menos podíamos imaginarnos de la persona
que amamos, donde esa persona de la que estábamos tan enamorados meses atrás,
hoy está tomando toda la entidad de un enemigo. Que conspira con destruir todo
lo construido y donde nosotros valemos poco o nada en su vida. Perdemos intimidad
y privacidad, somos objeto de investigación o interrogatorios constantes e
interminables. Donde a la menor duda o contradicción, la paz que debería existir
en la convivencia, se convierte en un infierno que termina cuando la parte psicópata
logre su objetivo (cualquiera fuere), o cuando la otra ceda, baje sus defensas
y se deje avasallar casi por completo. Cediendo más y más terreno con el paso
del tiempo.
Son los otros quienes
comienzan a advertirnos de que la persona que tenemos al lado no es normal, como
así tampoco lo es el tipo de relación que llevamos. Somos conscientes que dentro
del FemDom y del BDSM eso sería como moneda corriente para nosotros, si quienes
nos hablan pertenecen al mundo vainilla y no serían esos los casos que acá
estemos mencionando, aunque no por ello debamos descartarlos o minimizarlos.
Son más a tener en cuenta los casos en que los avisos o consejos son de la misma
gente de la comunidad o amigos que más allá de nuestras elecciones ven desde
afuera cosas que no están del todo bien en nuestras parejas. Es en ese punto
que debemos tomar otra perspectiva, preguntarnos si pueden estar en lo correcto
y trabajar un poco íntimamente para darnos cuenta si estamos viviendo en un
estado constante de estar bajo amenaza en nuestra vida privada. Si los
conflictos son recurrentes y por las mismas causas.
En este punto debemos
aceptar que hay parejas que se mantienen en el tiempo dentro una relación de
control y poder. Parejas que están fuertemente unidas por el amor, la
sexualidad, los hijos, el factor económico, etc. La separación no es la
solución para ninguna de las partes. Entonces para ellos es normal vivir bajo dicha
tensión. Para tales casos, decimos que toda la relación de la pareja está bajo un
componente psicopático importante. La tolerancia a la tensión sin buscar
soluciones saludables, es un indicativo del grado enfermizo de la pareja. Tarde
o temprano, al mantenerse esta situación en el tiempo sin que se encuentren
salidas basadas en la congruencia y el respeto, se polarizan los roles dentro
de la relación. Es entonces cuando se desvela que una de las partes tiende a
intimidar y la otra a consentir. Estamos en el apogeo de la dependencia
emocional entre uno y otro cónyuge: ambos se desprecian, a la vez que se
necesitan. En esa ausencia de amor genuino, el mero hecho de mantener la
relación no es suficiente para seguir juntos, de tal manera que, la relación
que así se mantiene, se convierte en el caldo de cultivo para la guerra. En una
guerra hay ataque y contraataque, explícito o soterrado, eso es indiferente.
Por lo tanto, el hecho psicopático es alimentado por ambos cónyuges: quien usa
al otro y quien se deja usar.
La pareja usada para conseguir los propios fines
Mucho se ha escrito
sobre el perfil de los psicópatas. Se les define comúnmente como personas
antisociales, con nula sensibilidad al tiempo que, con ausencia de
remordimientos. Si bien pueden mantener una fachada de exquisitez de cara a la
galería que contrasta con un ambiente de presión en la intimidad con la pareja.
Existen infinidades de casos donde el aspecto fundamental de la parte psicópata,
es hacer uso de su pareja, convirtiéndola en la parte “psicopatizada”. Es así
que esta última poco a poco va entrando en la dinámica de dejarse usar.
Pienso que dentro
del FemDom, este tipo de comportamiento psicopático está acordado por ambas
partes y me atrevo a decir algo más. A veces pareciera ser un ingrediente necesario
para poder llegar a los límites que Dómina y sumiso buscan alcanzar. Pero teniendo
presente que debe quedar limitado únicamente a los tiempos de los juegos de rol
y a las fantasías a concretar. Llevando el resto del tiempo una convivencia equilibrada
y armoniosa. Incluso en el marco de un 24/7, ya que humildemente estoy en
condiciones de afirmar que no hay manera de sostener por tanto tiempo los personajes
de rol.
Está más que claro
que no existe un rol, sin el otro que lo complemente. Así pues, es importante
entender que la psicopatía, aunque imputable a uno de los cónyuges, suele ser
alimentada y permitida (por inconsciencia o debilidad) por la parte a la que
solemos considerar víctima. Vivir con una pareja psicópata es un ejercicio
invisible de complicidad con el hecho psicopático y lo más difícil de todo es lograr
separar o darnos cuenta a tiempo dónde está la frontera entre el juego de rol y
la fantasía versus la enfermedad o incluso se puede decir la maldad.
El uso que el
psicópata hace de la pareja, lógicamente está en el hecho de conseguir lo que
quiere. Aunque ello signifique pisotear y pasar por encima de la otra persona
sin ningún miramiento. De hecho y aunque duela decirlo, el psicópata, ni siquiera
ve a su pareja como alguien a quien ama, sino que la pareja es un puro objeto,
el medio para lograr sus fines.
Sea cual fuera la
cuestión que desate la crisis, si por pura cuestión de imagen, de ganar o de no
perder la posesión lograda sobre la otra parte, se puede decir que la conducta
psicopática es la del control mediante el uso de tres estrategias básicas y que
al momento de emplearlas ya las tendrá medianamente dominadas; estas son:
- El Desprestigio: poniendo a la otra parte en un nivel inferior, con falta de solidez y consistencia. Los terrenos podrían ser muy diversos, la potencia y/o el rendimiento sexual, la limitada capacidad de generar ingresos y no poder satisfacer materialmente las demandas, el nivel cultural, la popularidad, el comparar a la pareja con otras personas del presente o del pasado y demás situaciones similares con el sólo propósito de disminuir a al mínimo posible a la otra parte. En un hecho psicopático, en el que necesariamente participan dos roles: quien ejecuta la pauta y quien la calla. Si la parte que consiente el desprestigio no pone el límite que puede poner, eso a la larga implica y da precedentes para que a futuro el hecho psicopático se repita no una, sino incontable número de veces.
- La Violencia Verbal: La parte psicópata puede subir el volumen o no cuando se presente el momento de la crisis. Si bien tratará de mantener en todo momento un tono vehemente y con verborrea elocuente. Existirá censura en privado, insultos, descalificaciones y apelará de manera frecuente a la incapacidad de la otra persona por no estar a la altura de las circunstancias; circunstancias que la parte psicópata marca como ideales. La pareja, siendo la otra parte, será quien alimente esta pauta queriendo estar a la altura del psicópata y este sería el peor de los escenarios, porque puede que quiera compararse con este, entonces irá tomando distancia de su propia personalidad y estilo de vida, alejándose incluso de sus propios valores y principios. Este abandono de los propios principios, sume en un círculo vicioso a la parte “psicopatizada”, pues, lejos de poner un límite o retar al psicópata, entra en la necesidad de lucha o venganza inconsciente, permaneciendo en la relación con el sólo propósito y objetivo de demostrar al otro que vale. Cuestión ésta que nunca consigue, pues el psicópata bien se encargará de crear una imagen de superioridad inalcanzable ante la otra persona. Las batallas serán cada vez más frecuentes; tomando niveles cada vez más altos en la medida que la pareja quiera revelarse contra la parte psicópata. También se dan los casos en que la parte psicópata busca que la otra parte sea la que explote verbalmente, logrando los mismos resultados buscados en el punto anterior. Es decir que la pareja quede disminuida, primitiva, emocionalmente inestable y con culpa.
- La Intimidación: Podemos decir que el mecanismo del psicópata es vampírico, porque se alimenta de la necesidad de aprobación casi constante de la otra parte. Como no tiene sólidos principios propios, necesita socavar la ética de su pareja con el fin último de demostrarle que no es especial ni diferente, sino vulgar, alguien del montón en quien nadie puede fijarse. El fin último de la intimidación es un puro ejercicio de vanidad para demostrar a la otra parte que es su propiedad privada y que le pertenece.
Posibles alternativas o soluciones al problema
Vamos a dar como
ejemplos dos casos que perfectamente podría darse en la realidad:
- El hombre llega cansado luego de un largo día de trabajo. A la primera oportunidad, ella arremete con volumen alto (como si quisiera que todos los vecinos se enterasen), le dice a él que gana poco dinero, que son el hazmerreír del barrio y que se avergüenza del trabajo de poco éxito que tiene su cónyuge. Que nunca él será capaz de proporcionarle lo que ella aspira en la vida y que está pensando seriamente en separarse (aunque no lo hará nunca), para poder encontrar a alguien que sí esté a su altura y cumpla con esas expectativas.
- El esposo discute con su esposa estando la madre de ella presente; él le dice a la suegra que su hija es una mala madre y que es incapaz de cuidar de sus nietos debidamente, que está enferma y que se merece que la abandone, pero que no lo hará porque sin él, ella no sería nadie en la vida.
Partiendo de estos
dos ejemplos, diremos que, para manejar un hecho psicopático, es primeramente
necesario desarrollar la sensibilidad mutua de reconocer el entrometimiento, la
presión, la amenaza, el desprecio, la humillación y la violencia durante la
convivencia de la pareja. Es decir, todo aquello que no sea compatible con un
amor genuino dentro de la relación de pareja. que son el contenido de la
relación en vez del genuino amor.
Psicológicamente la estadística
dice que raramente un psicópata logra rehabilitarse, es lamentable y hasta
desesperanzador, pero es lo que sucede. Esa misma estadística dice que en la
mayoría de los casos, cuando la otra parte logra poner los límites, suele
sobrevenir la separación. Cuando esa separación ya es un hecho firme y
consumado, la parte psicopatizada vuelve a vivir acorde a sus principios y
valores habiendo un mayor seguimiento de estos casos, pero la conducta del psicópata
será volver a encontrar a alguien que se ajuste a su juego. Su energía
vampírica le lleva a buscar otras personas que sirvan de nuevos objetos para
sus viejos fines.
El entorno juega un
gran papel, porque cuando se dan de manera reiterada estos comportamientos, hay
que estar más atentos a estos mecanismos de comportamiento. Se convierte en
algo fundamental el poder reconocer y dar pruebas de que algo no está bien,
después vendrá el asumir esos problemas y finalmente vendrá la sanación de la
relación psicopática. Está sanación será en pos del bien de uno y otro cónyuge,
pero no se dará por igual, ni en los mismos tiempos. Como cualquier adicción
emocional, la unión psicopática primero ha de reconocerse, para luego poder transformarla
en otra cosa más normal, por así decirlo.
En el proceso de
manejo de la pauta psicopática son recomendables estos recursos psicológicos:
- No entrar en el juego
- No competir contra el psicópata
- No caer en la provocación
- No darnos por aludidos
- Hablar con seguridad y sin mostrar temor, emplear la mayor fuerza y contundencia verbal
- No hay que justificarse ante la persona psicópata
- No asumir responsabilidades que no sean nuestras
- Poner límites
- Repetir “no” hasta que se aburra
- Ser firmes, desafiar, retar y exigir contraprestaciones
Señales para detectar psicópatas
Los especialistas
destacan algunos signos sutiles que pueden ser claramente identificados para
evitar involucrarnos en relaciones dañinas. Esta información está tomada del
portal Indy100.
- Ego inflado: No toda persona demasiado confiada en sus propias habilidades es un psicópata, pero es ese uno de los rasgos característicos de quienes sufren este trastorno. Tienen un sentimiento inflado de sí mismos, lo que significa que son narcisistas y autorreferenciales. Son muy autorreferenciales, poniéndose como ejemplo de todo o por el contrario, que el entorno está en contra de ellos, creando conspiraciones y tramas secretas que para nada se ajustan con la realidad. No aceptan en lo absoluto la idea de que para el mundo ellos son tan solo una persona más.
- Una experiencia sexual en exceso colorida: Un estudio encontró que la hipersexualidad (como podría ser el tener un número de parejas sexuales muy superior al promedio) está relacionada con la psicopatía. También se le asocia con la promiscuidad sexual y la preferencia por el sexo sin apego emocional, el sexo duro o por fuera de lo convencional es lo que más les atrae y buscan parejas compatibles con esas apetencias.
- Demasiado valientes: Algunos estudios han demostrado que los psicópatas son más audaces y más propensos a participar en actos heroicos que las personas en general. Los científicos han encontrado que esto es así porque experimentan menos temor de lo que la mayoría sentiría al enfocarse en una meta riesgosa pero estimulante.
- Impulsividad: Numerosos estudios han revelado que los psicópatas son más propensos a actuar impulsivamente, sin pensar en las posibles consecuencias. Esto podría ser porque son hipersensibles a las recompensas, lo cual a su vez puede derivar en un impulso patológico para el sexo, el estatus social y el dinero.
- Falta de empatía: A diferencia del común, digamos que los psicópatas no tienen empatía hacia otros, convirtiéndose esta en una de las principales características entre este grupo de personas. Por eso pueden mostrarse completamente indiferentes cuando alguien está molesto o sufre algún dolor. La mayoría de nosotros muy posiblemente bostecemos cuando veamos a alguien más haciéndolo, cosa que no le sucederá a un psicópata. Así lo señala una investigación que ha demostrado que el bostezo contagioso está relacionado con la empatía.
- Falta de remordimientos: Otra característica común a mencionar entre los psicópatas debido a su narcisismo, es la ausencia de tener que sentir arrepentimiento por algo que hayan hecho. La excepción a esta condición, podría darse luego de un mal comportamiento o mala decisión donde se vieron afectados directamente y los argumentos sobrepasan de manera contundente su postura, o están en riesgo de perder a la persona que consideran de su posesión. Ese posible arrepentimiento, es parte de una estrategia a futuro, donde el error le dio una enseñanza a la parte psicópata y se asegurará a futuro no cometer el mismo error. Puede darse que ante situaciones reiteradas de conflicto, donde el psicópata haya sabido sortear la situación y su posición dominante no se haya visto comprometida en lo absoluto, la falta de remordimiento será una constante y no aprenden casi nada de esas malas experiencias.
- Mienten: Si descubres continuamente que tu pareja ha mentido, podrías estar teniendo en frente a un ser un psicópata, pero tendrás dificultades para descubrir su deshonestidad. Según los investigadores, eso es porque los psicópatas son mucho mejores en aprender a mentir y se dan casos de personas psicópatas y mitómanas asociadas.
- Pocas relaciones serias o de largo plazo: Jen Waite se dedicó a lo largo de su vida a estudiar esta índole de relaciones entre las personas y sostiene que los psicópatas tienden a navegar de persona en persona y a quemar luego los puentes que los pudieran sujetar a ellas. También pueden no tener una buena relación con su familia y acumular un historial de amistades rotas.
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