domingo, 15 de julio de 2018

¿Estará bien ser sumiso y rebelde a la vez?


  Es una pregunta que me la hice varias veces desde que comencé a transitar los caminos D/s (Dominación / sumisión) y en base a mis humildes experiencias dentro del FemDom, trataré de dar la mejor respuesta posible a esta pregunta. Ojalá que las conclusiones a las que pueda llegar, satisfagan o faciliten el panorama de los demás que tengan dudas en ese mismo sentido.
  El FemDom tiene como razón, argumentar roles y poder dentro de la pareja. Partiendo previamente de la premisa SSC – Sano o Sensato, Seguro y Consensuado – cada pareja deberá adecuar esos roles y poderes a su propia búsqueda y conveniencia.
  Mucho escribí sobre lo paradójico que resulta en una relación D/s la cuestión de los límites, siendo el cumplimiento de los mismos la regla fundamental a cumplir durante la sesión o la convivencia, según sea el caso. Casualmente por esos límites particulares que la pareja establece, desde algunas corrientes del psicoanálisis se las califica como perversiones, porque se niega lo que La Ley establece como normal o permitido para las prácticas sexuales, para correrlos y crear sus propios límites.
  Por suerte para nosotros, existen varios planteamientos postmodernos que se refieren al BDSM en general, como un mundo de posibilidades, una cultura sexual creativa e innovadora, donde se encuentran infinitas formas alternativas de conseguir placer sexual, muchas veces apartando las prácticas sexuales convencionales, entre las cuales se encuentra el coito precisamente. El uso de prótesis ha liberado a las personas de las limitaciones de la anatomía, quitándole al pene su exclusividad.
  Los que optamos por transitar por el camino del BDSM o el FemDom, lo hacemos con la intención de buscar lo que no conocemos, lo que no está en la práctica vainilla del sexo convencional. Uno ve a la sociedad en general aferrada o adicta a la comodidad y la seguridad, tienen temor de ser víctimas del miedo o el pánico. El querer vivir así, suena lógico, pero en mi opinión adormece a las personas.
  Como adicto que soy a juegos en PC (sobre juegos de rol y simuladores), en varios de ellos me he topado con historias donde la sociedad se aferró tanto a la seguridad, que perdió por completo su libertad, cayendo víctima de regímenes tiranos y totalitarios que establecen para todo el mundo su propio SSC y entonces uno se convierte en un antihéroe que debe liberarlos del mal.
  Teniendo la posibilidad personal de poder comparar dos países y dos culturas completamente diferentes, puedo asegurar que hay poblaciones que son muy diferentes unas de otras, pero en general todas son cambiantes y superfluas. Donde los vínculos están muy debilitados, o muchos nos damos la posibilidad de ser objeto sexual de otros de diferentes maneras. Los deseos sexuales que antes solo se daban en el plano de la fantasía, hoy es perfectamente posible vivirlo y actuarlos.  
  Yo mismo, esta mañana antes de desayunar me puse a ver que nuevos juguetes para comprar con el solo propósito de satisfacernos con Mi Reina. Todo está ahí, al alcance de nuestra mano, para cualquiera que quiera vivirlo. Entonces me pregunto ¿Son nuestros deseos tan distintos? o lo que nos diferencia uno de otros es el coraje de querer vivirlos ¿Qué tan diferentes somos o lo que hay hipocresía en los demás?
  Sé que por naturaleza soy un rebelde y un luchador para que la sexualidad pueda diversificarse, igual que lo hace la música, por ejemplo: quiero algún día poder decir que soy un practicante del BDSM o del FemDom y que eso no tenga nada de malo, preverso o raro; sino que sea equivalente a decir soy Cristiano o soy Agnóstico, ni más, ni menos. Quiero vivir en una sociedad más tolerante con lo diferente.   
  Dentro de ese mismo respeto y tolerancia del que hablo para con los demás, daré comienzo a la segunda parte de mi respuesta y conclusión de si está bien o no ser rebelde. Pero esta vez dentro de la pareja.
   Me considero sumiso, pero con carácter. Creo que ese carácter rebelde y pensante, es lo que a la larga más le termina gustando a Mi Reina, porque le da la tranquilidad de saber que cuando algo no esté bien, uno dará señales de advertencia para detenernos a evaluar la situación. Por eso mismo, sea más apropiado decir que Mi Reina se ve beneficiada, porque no hay otra intensión en mí, que mejorar y consolidar todo lo que fuera posible nuestra relación. Aunque para ello, tengamos que pasar por procesos de negociación y discusión por el bien de ambos. No dejo de ser sumiso por no callarme ante la injustica, tampoco callaría socialmente para consentir lo que está fuera de razón o no tiene debida justificación.
  Puede que haya algunas Amas o Dóminas que desprecien a sumisos así, porque piensan que estos no se ajustarán debidamente a sus caprichos. Pero en cambio yo sabría admirar a la buena Ama que aprecie y sepa llevar bien a un sumiso, valorando el gran potencial que hay en él.
  Otro punto del que leído mucho y en el que llevo la contra, es que las sumisas deben ser cogidas o folladas (para l@s amig@s de España) en todo momento y de todas formas posibles y ellas deben estar siempre predispuestas. Mientras que para los sumisos, lo es la castidad y la abstinencia. No lo entiendo y personalmente no lo acepto, porque yo quiero gozar sirviendo a Mi Reina, pero también la quiero gozar sexualmente hablando. De otra manera preferiría servir a otra que mínimamente me de recompensas y alegrías. Tomaré palabras del escritor argentino Cesar Fernández para reforzar lo que quiero decir: “Todo lo que no se hace carne, se convierte en fantasma”.
  No dejo de ser sumiso, si estoy reconociendo en todo momento que necesito de alguien a mi lado para que me eduque, guíe, enseñe, me acompañe a explorar y descubrir, etc. Sé que el precio por ello es el servicio, la utilización, la humillación, la cosificación, etc., pero indirectamente esas situaciones son positivas porque fortalecen el carácter, la paciencia y la tolerancia.
  Yo siempre le digo a Mi Reina que mi peor enemigo está en mi mente, pero es algo que no se puede anular, ni desconectar. Es más, me atrevería a afirmar que mi órgano sexual más importante es mi cerebro y es ahí donde más se debe trabajar para mantenerme enamorado, luchador, positivo y activo, productivo, excitado y servicial. De esa forma, el rebelde en mí, estará apaciguado y tranquilo.

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