Estos días se da la coincidencia que debido a un particular interés surgido en mí durante estas últimas semanas sobre Los Celtas, estuve buscando diferentes fuentes para tratar de conocer un poco más sobre la vida de esta poderosa mujer que en los primeros años de la era cristiana, cuando el Imperio Romano no paraba de expandirse por el mundo conocido y donde fueron muy pocos los pueblos que se enfrentaron abiertamente a su hegemonía. En aquella isla conocida como Britania y tan lejos de Roma, esta mujer, en condición de reina llevó a los romanos a escribir una de las páginas más cruentas y sangrientas en su historia. Una mujer que luchó hasta el final y que por no haber triunfado en su última batalla, quedó silenciada por varios siglos.
Yo en este trabajo que les compartiré a continuación, trataré de ir un poco más allá para que juntos podamos viajar casi 2000 años en el tiempo para encontrarme con esa mujer que Dión Casio nos la describe de la siguiente manera "Poseía una inteligencia más grande que la que generalmente tienen las mujeres, era alta, de voz áspera y mirada feroz, cabello pelirrojo hasta la cadera, túnica de muchos colores y un manto grueso ajustado con un broche. Siempre usaba un grueso collar de oro, posiblemente un torque, aditamento que entre los pueblos celtas siempre significaba nobleza".
No quiero robarme ningún mérito en este viaje y pero también quiero aferrarme a los datos más fidedignos posibles y luego de saltar varios autores británicos que investigaron sobre su vida pero sus publicaciones lamentablemente no han sido traducidase al español; hasta que logré dar con el libro "Conquistadores y Conquistados" de los señores Gonzalo Bravo y Raúl González Salinero que me ayudó a descubrir la forma en ejercer el dominio sobre Britania por parte de los romanos. Al llegar a tocar el tema de Boudica, los autores se apoyan en un trabajo de Fernando Fernández Palacios (Centre for Advanced Welsh & Celtic Studies (CAWCS) - University of Wales) y Pilar Fernández Uriel (Universidad Nacional de Educación a Distancia - UNED, Madrid) titulado "Un caso de animus belligerendi en la conquista de Britannia: Nerón contra Boudica, Reina de los Icenos". Sobre los cimientos de este libro y las personas antes mencionadas, conoceremos a quien fuera quizás la Primera Reina de Britania, su mundo y las situaciones que la llevaron a ser quien fue y a hacer lo que hizo.
Introducción
En los últimos cincuenta años se han publicado unos doce libros sobre Boudīca y esto se debe a que en los últimos tiempos se convirtió en un símbolo de identidad para los habitantes del Reino Unido. Siendo considerada por algunos como una nacionalista apasionada y rebelde contra el Establishment, por otros, ella es la Reina Patriótica por excelencia al mismo nivel que otros personajes tan importantes como las Reina Isabel I, la Reina Victoria o con figuras políticas como Margaret Thatcher, sin olvidar que fue un referente para las sufragistas.
Debemos tener presente que hasta llegar a su máximo esplendor, la fama y popularidad de Boudica sufrió altibajos. Ya que fue olvidada durante toda la Edad Media, no apareciendo ni en la "Historia ecclesiastica gentis Anglorum" de Beda el Venerable, ni en la "Historia Regum Britanniae" de Godofredo de Monmouth, ni tampoco en la anterior "De excidio Britanniae" de Gildas. Si bien en este punto cabe señalar que algunos intérpretes asocian a la "Leaena Dolosa" (Leonesa Traidora) mencionada en dicha obra refiriéndose a ella.
En el Renacimiento, el redescubrimiento de las obras de Tácito y Dión Casio permitió a Polidoro Virgilio reintroducirla en la historia británica en 1534 y aunque este interpretó que la «Voadicea» tacitea era distinta de la «Bunduica» de Dión Casio. Pero a partir de entonces la historia de Boudica fue un hecho común en las narraciones británicas y se incluyó, por ejemplo, en "The Chronicles of England, Scotlande, and Irelande" de Raphael Holinshed y junto a su equipo en 1577 inspiraron a Francis Beaumont y a John Fletcher (dos contemporáneos de Shakespeare), a escribir la obra de teatro The Tragedie of Bonduca en 1612.
En la era victoriana, la fama de Boudica tomó proporciones legendarias. Los historiadores británicos interpretaron que su onomástico personal signifcaba «Victoria», con lo que la Reina de los Icenos compartía nombre con la Reina Victoria, que gobernaba un imperio más vasto incluso que el de Roma. Alfred Lord Tennyson, poeta de la reina, escribió en su honor el poema Boadicea en 1864 y el buque de guerra Her Majesty Ship recibió ese mismo nombre. En aparente paradoja, los británicos se habían olvidado de las masacres y torturas ordenadas por la reina icena y la convirtieron en heroína nacional.
En 1905 el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha financió una gran estatua de bronce, «Boudica Triunfante» que está en su carro de guerra junto con sus hijas. El conjunto fue realizado por Thomas Thornycroft y se instaló cerca del puente de Westminster y del Palacio de Westminster, sede del Parlamento Británico, en Londres, la ciudad que ella misma había convertido en cenizas casi dos milenios antes. La estatua, que continúa allí, fue erigida como símbolo del sentimiento de libertad del pueblo británico: «Regiones que el César nunca conoció ni sus herederos dominarán», rezan allí versos de un poema de Cowper.
Irónicamente, la gran rebelde luchadora pero también la gran derrotada contra un imperio era entonces identifcada con la dueña de otro imperio y con la victoria. En Gales en concreto se la consideró una heroína propia, y como tal pronto tuvo una estatua en el City Hall de Cardiff inaugurado en 1916.
Por supuesto, que el cine también contó su historia en al menos dos películas, una del año 1928 y otra más reciente, del año 2003 Boudicca - Warrior Queen, también existe un documental producido por History Channel en el 2006 Boudica - Reina Guerrera.
Antecedentes
Cunobelino, Rey de los Catuvelaunos en el sudeste de la actual Inglaterra, había mantenido una política decididamente prorromana probablemente después de la llegada de César, de hecho la influencia romana se manifesta en los bienes llegados allí e incluso en la acuñación de sus monedas. Probablemente fue uno de los reyes britanos que, según Estrabón, enviaron embajadas a Augusto. Sin embargo, tanto su hermano Epático como sus hijos Togodumno y Carataco no siguieron la política de Cunobelino, siendo el último de los mencionados su sucesor, quien en lucha contra los vecinos Atrébates forzó a su rey Verica a huir a Roma, chispa final que decidió a Claudio el inicio de la campaña en Britania en el año 43 dirigida por Aulo Plautio. El propio Claudio estuvo 16 días en Britannia, quien tomó el Oppidum de Camulodunum (Colchester), principal sede de los Trinovantes.
Poco después del año 50 (otros señalan el año 49) los romanos establecieron una colonia de veteranos en Camulodunum, la antigua capital trinovante, donde construyeron un templo dedicado a Claudio, lo que constituyó un flagrante símbolo del gobierno extranjero
Ostorio Escápula, el gobernador británico, murió en el año 51 o 52, no sin antes atrapar a Carataco. Dejó a su sucesor abierto el problema de mantener a raya a los silures en el sur de la actual Gales. Didio Galo, el siguiente gobernador de Britannia, cónsul en 39 d. C., traía como gran credencial el haber llevado a cabo una campaña exitosa en el reino cliente de Crimea. Tácito, cegado por su deseo de ocupar a lo más alto a su suegro Agrícola, le acusa de dejar los asuntos de Britannia a sus legados legionarios, prefiriendo la vida fácil. Pero lo cierto es que nada más llegar controló el asunto de los Silures. Sufrió el alzamiento de los Brigantes con su rey Venutio contra Cartimandua, a la que no dudó en ayudar. En el 54 d. C. Claudio murió y Didio Galo siguió siendo gobernador otros tres años.
Con la defunción del emperador, su liberto imperial Narciso, que había favorecido la aventura británica, cayó en desgracia y es probable que se relajaran los controles hacia lo que sucedía en aquella remota parte. De hecho, sabemos que Nerón consideró abandonar Britannia en algún momento de su principado, pero no lo hizo porque podría haber manchado la gloria de Claudio. Esto puede referirse al episodio del final del gobierno de Didio Galo o a la propia revuelta de Boudica. En cualquier caso, el gobierno de Nerón decidió en el año 57 completar la conquista de Gales, marchando en el 58 contra los Silures, en el sur de la actual Gales. En este contexto, y para complicar más las cosas, hacia el año 57 d. C. pudo haber una revisión de las tasas impuestas por los Romanos en uno de los censos que se realizaban cada cinco años, encargándose de ello el procurador Deciano Cato desde la colonia de Camulodunum
Bajo el gobierno de Quinto Veranio, sucesor de Didio Galo, se realizaron ciertos avances en territorio Silur. Tácito señala que en su lecho de muerte dijo que habría sometido la provincia si hubiera tenido dos años más de vida. Suetonio Paulino fue entonces gobernador de Britannia desde principios de 58 d. C. Poseía una alta reputación militar ya que como legado pretoriano había sido el primer romano en cruzar el Atlas Mauritano a inicios del reinado de Claudio, veinte años antes. También había sido cónsul en el año 43.
Durante los dos primeros años continuó la política militar agresiva de su antecesor y realizó un ataque a Anglesey en el norte de Gales, se dice que celoso de la reconquista de Armenia por parte de su rival Domicio Córbulo. En el contexto previamente mencionado. En el año 59 parte de la Legio XX salió para luchar contra los Deceangli del norte de Gales. Según Tácito, Anglesey estaba muy poblada y era un santuario para fugitivos y una fuente de fuerza para rebeldes. Frere habla de la existencia allí de refugiados políticos.
Las Causas
Al final de la Campaña Claudiana, Roma había recibido la sumisión de hasta once reyes britanos, entre los cuales se hallaba el de los Icenos, de nombre Prasutago. Los Icenos eran un pueblo británico que ocupaba terrenos pertenecientes actualmente a Norfolk, el norte de Suffolk y el noreste de Cambridgeshire en el sudeste de Inglaterra. A pesar de la sumisión a Roma, en el 47 d. C., con Publio Ostorio Escápula como gobernador se les prohibió llevar armas (excepto utensilios de caza), lo que provocó su rebelión, encontrando apoyo en los Coritani y Catuvellauni y llegando a atacar a una unidad auxiliar romana. A pesar de estos incidentes, Prasutago retuvo su posición, posiblemente porque fue una rama belicosa de los Icenos la que, sin su apoyo, participó en la rebelión. Ostorio Escápula posteriormente realizó una campaña contra los Deceangli del norte de Gales y solucionó prontamente una revuelta entre los Brigantes del norte de Inglaterra. Estando así las cosas, en el año 60 d. C. el Rey Iceno Prasutago murió después de una vida de gran prosperidad y los sucesos que nos ocupan se desencadenaron. Había tenido la precaución de nombrar herederos de su reino a sus dos hijas y al emperador Nerón pensando que de ese modo aseguraría el futuro de su reino, no como, por ejemplo, Atalo III de Pérgamo en 133 a. C., que había dejado todo a los romanos. Sin embargo, Roma decidió que una vez muerto el rey cliente tenía todo el derecho a incorporar sus dominios y procedió en consecuencia, ya que si no la Rechtpolitik (mediante sus pactos de clientela) sí al menos la Realpolitik romana era bien clara a este respecto. El problema en el caso iceno radicó en la manera de proceder: Fue como si Roma hubiese recibido todo el país como regalo. Todos los jefes fueron desposeídos de sus propiedades ancestrales, y los familiares del rey fueron esclavizados, mientras los centuriones saqueaban el reino, sus esclavos rapiñaban la residencia regia como si fuera un botín de guerra.
Los factores que llevaron a Boudica a la rebelión siguen siendo una fuente de disputa entre los modernos historiadores. Tácito acusa al procurador Deciano Cato de ser el principal instigador con su cruenta acción recaudatoria. Dión Casio ofrece tres causas de la rebelión. Por un lado, la confiscación por parte del procurador Deciano Cato del dinero que Claudio había otorgado a relevantes figuras britanas (hasta los muertos tienen que pagar tasas). Por otro lado, la exigencia de Séneca —el senador filósofo estoico, que poseía una gran fortuna y era en aquel entonces, junto con el prefecto del Pretorio Afranio Burro, consejero del emperador Nerón—, de que los britanos devolvieran los 40 millones de sestercios que les había prestado. Esta exigencia de Séneca fue una desgracia para los britanos, ya que tan sólo un año después Burro y él desaparecieron de la escena política neroniana. Un tercer motivo que ofrece Tácito es el de las atrocidades realizadas a la reina viuda Boudica y a su familia, que es donde Richard Hunt recientemente pone el énfasis, además de en la ausencia de Suetonio Paulino, ocupado en su lucha contra los Deceangli de Gales.
Parece desprenderse de los datos que tanto la casa real como gran parte de la nobleza icena habían pedido prestado dinero a los romanos, viviendo lujosamente y adquiriendo una enorme deuda con el Imperio Romano, lo que dejó a sus súbditos y descendientes ligados a esa deuda que Boudica, viuda del rey y quizá reina en ejercicio, no habría podido devolver, empeorando consiguientemente la situación. Según este discurso, Roma consideró que las tierras de los Icenos tenían que pasar a su propiedad como pago de dicha deuda. Deciano Cato, de esta manera, tendría la orden de reclamar la cantidad considerable que Prasutago debía, en particular a Séneca. En los datos se deja entrever que Deciano Cato quizá fue demasiado lejos en sus demandas hasta el punto de alcanzar un punto límite en el ánimo de los Icenos, al respecto Tácito dice "El reino y la casa real fueron igualmente tomados como premios de guerra, uno por los oficiales romanos, otro por esclavos romanos. Para empezar, azotaron a su viuda Boudica y violaron a sus dos únicas hijas Isolda y Siora. Los jefes icenos fueron privados de sus propiedades como si hubieran dado a los romanos el país entero. Los propios parientes del rey fueron tratados como esclavos".
Se ha pensado que el acto de las violaciones, que en circunstancias del Derecho Romano no conllevaban la pena de muerte, sino que fuera algo más que un mero divertimento para las tropas. Y en este caso probablemente imposibilitaría que las hijas de Boudica pudieran contraer matrimonio, consiguiendo de este modo agotar la línea hereditaria. Lo que está claro de cualquiera de las maneras es que los hechos narrados por las fuentes en relación con el mal comportamiento de Roma para con Boudica, su familia y su comunidad, exaltan en el lector sentimientos de protección maternal y de venganza, dando como resultado la justificación de la violencia británica.
La Revuelta
La revuelta de Boudica contra Roma es aparentemente bien conocida en sus diversas facetas y de acuerdo a las fuentes literarias de Tácito y de Dión Casio. Recordemos que estos autores eran pertenecientes a la elite senatorial romana. Pero se discute sobre los pueblos que estuvieron activos en la rebelión. Ogilvie y Richmond mencionan a los Icenos, Trinovantes, Coritani, Cornovii, Durotriges, Brigantes y con reservas, a los Catuvellanni; Mientras que otros autores como por ejemplo, Laederich hacen partícipes de la revuelta tan sólo a los Icenos, Trinovantes, Coritani.
Tácito, que nació en el año 56 d. C., es decir, cinco años antes de la revuelta que narra y quien llegó a ser cónsul y gobernador de Asia, escribe sobre la revuelta de Boudica hacia el año 110 d. C. Señalando que los rebeldes saquearon tres ciudades Camulodunum, Londinium y Verulamium. Gracias a la arqueología sabemos que quizá fueron arrasadas esas tres ciudades propiamente dichas, pero que la ola de destrucción alcanzó a muchos más lugares poblados como Chelmsford y Calleva Atrebatum (Silchester, cerca de Reading).
El primer objetivo de Boudica fue Camulodunum (hoy Colchester), principal ciudad de los Trinovantes y en aquel momento colonia romana. Esta fue una buena elección, porque los Trinovantes ya tenían sus propios motivos para alzarce motivos de insurrección debido a que los veteranos romanos se habían instalado en la propia Camulodunum, su capital y habían expulsado a la gente natal de sus casas y tierras, tratándo a muchos de ellos como prisioneros y esclavos. El templo de Claudio, situado en la parte principal de la población, era en particular ofensivo. La guarnición de la ciudad pidió ayuda para contener a la horda rebelde, pero el procurador Deciano Cato envió una fuerza de apoyo de doscientos auxiliares, absolutamente insuficiente, que fue incapaz de frenar a los insurgentes. La ciudad, una colonia con tan sólo 11 años de vida entonces, fue destruida e incendiada, incluido el templo al culto imperial en el que se refugiaron sus últimos defensores, que resistieron allí dos días. El único intento serio de socorrer a la guarnición de Camulodunum fue el de Quinto Petilio Cerial quien estaba al mando de la Legión IX Hispana, pero su intento fue en vano al caer atrapado en una emboscada en un bosque próximo a la ciudad y tras una lucha encarnizada, tuvo que abandonar su propósito perdiendo muchos hombres en el intento. Deciano Cato, por su parte, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos y sabiéndose quizá responsable de aquella revuelta, optó por salir de Britannia y ocultarse en la Galia.
La toma de Camulodunum y la posterior victoria contra las tropas de Petilio Cerial insuflaron fuerzas a los insurgentes, que prosiguieron su avance arrollador hacia Londinium (Londres). Los habitantes de Londinium, cuyo número se supone que se acercaba a los 10.000 apelaron al procurador Suetonio Paulino para su ayuda, el cual, enterado de la rebelión en lejanas tierras galesas donde se hallaba en campaña. El se apresuró a dirigirse a Londinium con la Legión XIV y parte de la Legión XX, reexpidiendo la caballería por delante. Dió órdenes de que la Legión II se dirigiera a Exeter. Pero cuando Suetonio Paulino finalmente llegó a Londinium, algo que forzosamente tuvo que suceder unas dos semanas después si es que no se adelantó con una pequeña fuerza y comprendió que, tras la derrota de la Legión IX, contaba con una fuerza insuficiente para defender la ciudad más populosa de Britannia, la cual fue abandonada a su suerte: así había que obrar si se quería salvar la provincia.
Cerca, Londinium, el pueblo de Verulamium (St Albans) sufrió el mismo destino. Al respecto Tácito comentó "Nunca antes Britannia había sido un territorio tan incómodo como peligroso. Los veteranos fueron matados, colonias quemadas, ejércitos aislados. Tuvimos que luchar por nuestras vidas antes de que nosotros pudiéramos pensar en la victoria. Los insurgentes arrasaron, saquearon y no pensaron en nada más. Evitando fuertes y puestos militares, pero no ciudades con murallas, se dirigían donde el botín era mayor y la protección más débil. Los muertos entre romanos y provinciales se estiman en setenta mil, ya que los britanos rebeldes fueron guiados por un profundo deseo de venganza: Ellos cortaron gargantas, colgaron, quemaron, y crucificaron como si con ello saciaran su sed de venganza. Boudica no estaba interesada en hacer prisioneros o solicitar un rescate por ellos o ningún otro comercio de guerra. El enemigo fue atacado con matanzas, patíbulos, fuego y crucifixiones, como hombres que se cobraban la venganza que podían antes de que cayese sobre ellos el justo castigo".
Dión Casio es aún más gráfico en su descripción de las atrocidades "Aquellos que fueron llevados prisioneros por los britanos se vieron sometidos a todas las formas conocidas de atrocidad. La peor y más bestial atrocidad cometida por sus captores fue la siguiente. Colgaron desnudas a las mujeres más nobles y distinguidas, les cortaron los pechos y se los cosieron a las bocas para que pareciese que las víctimas se las comían; después empalaron a las mujeres sobre unos pinchos puntiagudos que los atravesaron todo el cuerpo. Todo esto lo hicieron acompañándolo con sacrificios, banquetes y comportamientos inmorales, no sólo en todos sus lugares sagrados, sino en particular en la arboleda de Andraste. Éste era su nombre para Victoria, y la contemplaban con la reverencia más excepcional".
Mientras tanto, Suetonio Paulino se dispuso a organizar sus tropas, casi diez mil hombres en total, preparándose para encontrarse con el enemigo en un lugar que ofreciera la mejor ventaja táctica. Se batió en retirada por Watling Street con sus dos lecciones y auxiliares de las guarniciones más cercanas. La Legión II bajo el mando temporal de Poenius Postumus se negó a abandonar su posición en el sudoeste de la isla. A priori, las fuerzas romanas tenían todas las de perder.
Los insurgentes les superaban en gran número, a pesar de las exageraciones de los autores grecolatinos, pero Suetonio Paulino eligió bien el escenario de la batalla. Escogió una posición delante de un desfiladero entre colinas circundantes, con una explanada abierta en el frente y la protección de un estrecho desfiladero boscoso que no permitía al enemigo envolver sus líneas. Este condicionante topográfico conjuraba la ventaja numérica indígena. La batalla pudo haber tenido lugar en un sitio indeterminado entre Londinium y Viroconium. Los britanos rebeldes formaban una línea imprecisa en media luna cerrada por detrás por sus propios carros, que servían de cobijo a mujeres y niños, expectantes ante una presunta gran victoria. Los romanos se colocaron en la clásica doble línea en formación mellada. La línea más fuerte se situó en el centro (legionarios), con las tropas auxiliares en los flancos y las alas de caballería detrás.
Boudica arengó a sus tropas y Suetonio Paulino hizo lo propio con sus tropas. Tácito pone los discursos de Boudica y Paulino justo antes de la confrontación final. Los ejércitos se acercaron el uno al otro, los insurgentes con muchos gritos mezclados con canciones de batalla, los romanos silenciosamente. Cuando los rebeldes estuvieron a tiro de jabalina, los romanos lanzaron sus armas a la señal dada y cargaron con velocidad, retirándose y dejando a la segunda fila en el frente, la cual repitió la misma acción. Al cabo de dos ataques los britanos habían sufrido enormes bajas. A continuación los romanos avanzaron en la formación de cuña y las legiones romanas, según Dión Casio, "se abrieron camino con facilidad a través de las filas contrarias. Los carros britanos se lanzaron hacia los arqueros romanos, pero entonces, sin la protección de los escudos, fueron pasto de lanzas y flechas. Finalmente la carga de la infantería hizo huir a los britanos rebeldes, cuya fuga fue impedida por sus propios carros y animales muertos, bloqueando su marcha hacia atrás. La batalla resultó ser una matanza y una victoria romana gloriosa, comparable con triunfos pasados. Según un informe casi ochenta mil rebeldes cayeron mientras que las víctimas romanas fueron aproximadamente cuatrocientas más un número ligeramente más grande de heridos".
La Figura de Boudica
¿Qué fue de Boudica? La persona que, según Dión Casio, llegó a conseguir que en un momento determinado la Isla entera se perdiera y lo que era más vergonzoso, todo debido a ella, una mujer. Según Tácito se envenenó, mientras que Dión Casio señala que se sintió enferma y murió, siendo enterrada secretamente con gran honor.
De la identidad y personalidad de Boudica poco se sabe, simplemente es presentada como una mujer perteneciente a la realeza. Probablemente estaba en la tercera década de su vida cuando murió su marido, el rey iceno Prasutago. Es posible que fuera descendiente de una casa real, como indican tanto Tácito como Dión Casio.
No es una simple viuda consorte, es una personalidad de gran relieve, dominante y líder. Es guerrera: conduce un carro de batalla en el que van sus hijas. Marcha a la batalla, arenga a las tropas y se pone al frente del ejército.
A la hora de la lucha, según Dión Casio, las britanas no sólo eran iguales que los hombres sino que además tenían el mismo coraje. Las fuentes recogen, por ejemplo, que defendiendo Anglesey figuraban unas mujeres salvajes. Boudica no es la única mujer poseedora de un gran poder político. Se ha apuntado que la posición eminente de la diosa Brigantia, invocada como Caelestis Brigantia en Corbridge, puede estar reflejando el alto estatus alcanzado por las mujeres en la sociedad celta de la isla principal.
Habría en este sentido que matizar mucho, pero parece que entre los brigantes una mujer podía mandar, tener propiedades, divorciarse de su marido, dirigir ejércitos y ser aceptada como una fuerza a tener en cuenta. Tácito cita a su contemporánea Cartimandua y menciona una tercera «generala» de la que no da su nombre que dirigió a los brigantes contra un fuerte romano y una colonia entre los años 71 y 83 d. C. Probablemente fuera alguna sucesora de la propia Cartimandua.
Lo descrito con anterioridad podría no ser excepcional en al menos algunos ámbitos celtas. Tácito comenta que los britanos no hacen distinción de sexo entre sus líderes. Por otro lado, Plutarco hablando sobre las virtudes de la mujer celta, informa de que las mujeres participaban activamente en las asambleas. Otros textos literarios contienen claros ejemplos sobre la participación activísima de la mujer entre los celtas. En estas referencias se incide en la fortaleza, valentía y preparación de las mujeres, las cuales luchan, demuestran su coraje, son crueles con el enemigo, y también son irascibles y sanguinarias. Amiano Marcelino en particular comenta el valor, indomabilidad y gran fuerza física de las mujeres galas, que eran tan formidables en la guerra como sus maridos.
Tácito sitúa a Boudica sobre un carro enfrente de las tropas acompañada por sus maltrechas hijas y comienza afirmando que es usual entre los britanos luchar bajo el mando de una mujer actuando a lo largo de su discurso como una mujer ultrajada. En este sentido se han buscado paralelos en la violación de Lucrecia a cargo de Sexto Tarquinio, que condujo a la rebelión antimonárquica de Bruto y Colatino. Boudica también habla de la mala conducta imperial y del éxito de la revuelta, que califica de "iusta vindicta", concluyendo con la inquietante frase
"viverent viri et servirent", que parece anticipar su derrota.
Roberts opina que la revuelta de Boudica sirve a Tácito, a modo de interludio y de excusa, para comentar más libremente la situación en Roma y las intrigas domésticas del principado de Nerón. Dicha situación está ejemplificada por el propio Tácito en los Annales un par de capítulos después cuando Pedanio Secundo es asesinado por un esclavo suyo y el Senado ordena la muerte de los 400 esclavos que formaban su familia
Como señala Young, el discurso de Boudica en su condición de esposa, viuda y madre proporcionaría una ocasión excepcional ante una audiencia romana para exaltar la libertad y exponer la decadencia de los valores republicanos de la Roma del Principado, la presión de la máquina imperial y los errores en la época julio-claudia. Se podría calificar la figura tacitea de Boudica como un híbrido de matrona romana —en parte maltratada— y de líder celta. Además, ejemplifica a la "dux femina" bárbara (expresión gramaticalmente incorrecta pero utilizada en la historiografía) y sirve para contrarrestar la decadencia de las mujeres imperiales de la dinastía julio-claudia. Ella actúa en el discurso taciteo de contrapunto a algunas de estas mujeres imperiales.
Dión Casio, sin embargo, presenta a Boudica poco menos que como un monstruo bárbaro, de acuerdo con la descripción física cuasi amazónica que nos hace de ella, incluso se recrea en las atrocidades cometidas por los britanos rebeldes en el bosque de Andate para recalcar de esta manera la brutalidad de su propia religión indígena. No obstante, se atisba cierta justificación en el autor debido a las indignidades romanas. Boudica ha descubierto la diferencia entre la libertad y la esclavitud, y clama luchar por la defensa de la libertad en una presentación reminiscente del mito del noble salvaje con una tierra previa a los romanos exenta de impuestos. Boudica carga sobre sus espaldas y las de los britanos la responsabilidad de
su situación debido a no haber expulsado antes a los romanos, lo que en cierto modo la hace más humana.
Boudica, en la visión de Dión Casio, exhorta a las tropas a no temer a los romanos, esos que utilizan corazas, muros y trincheras para protegerse debido al miedo. A continuación realiza algunas referencias eruditas a mandatarias en otras sociedades y señala que ella no manda sobre los romanos, como lo hicieron Mesalina, Agripina y en su propio tiempo Nerón, quien con su comportamiento teatral prueba ser una mujer, en una muestra más de que el discurso está elaborado desde una mentalidad romana y por lo tanto ajena a las coordenadas de las ideas britanas. Como contraste, Dión Casio presenta la sociedad de Boudica como si fuera un ámbito donde se comparte todo, hasta los placeres sexuales, sin barreras, mientras que los romanos merecen ser gobernados por un carácter como el de Nerón.
Una Cuidada Escenografía
Es importante la escenografía de Boudica que se nos presenta. Sube a un lugar alto, viste con atuendo real (ropaje de gran colorido, manto, torques y lanza) y eleva su ronca voz. No se trata de una descripción cualquiera y es interesante no sólo para un historiador sino también para un mitólogo. Todos los detalles están meditados y contienen una enorme carga de simbolismos. Se trata de la aparición de una figura guerrera vinculada a la propia divinidad, por lo tanto se halla en un ámbito superior. Los torques de oro, por ejemplo, que se utilizaba como signo de nobleza y de un elevado estado social, pudo tratarse asimismo de un distintivo militar otorgado a los guerreros por sus hechos en batalla. Y era un atributo divino, ya que muchas representaciones de dioses celtas llevan una o más torques que, como Gordillo subraya, no podían ser una indumentaria habitual debido a su peso, no se pueden llevar demasiado tiempo y menos en la batalla, sólo en momentos muy determinados
El arma que esgrime la reina icena también está celosamente elegida, la cual además Dión Casio deja para el final en la descripción de los símbolos que porta. No utiliza la espada, aunque es símbolo de lucha entre los celtas y tiene connotaciones de victoria en la batalla (recordemos la espada de Nuada en la mitología irlandesa o la utilizada por el dux hispano Olíndico, que era de plata e invencible). Boudica opta por la lanza, tal vez porque se trataría de un símbolo mítico, sagrado y de venganza.
La vinculación con la divinidad se consuma en su comunicación con la diosa Andraste, a la que invoca en plano de igualdad, «de mujer a mujer». Incluso se ha pensado que el nombre de Boudica no fuera su nombre personal sino quizás un título oficial o religioso recibido y asumido durante la primera parte de la rebelión y de gran significación para sus seguidores.
Consideramos que hay muchas cuestiones y reparos respecto de la interpretación del texto de Dión Casio y más especialmente en relación a la identificación de la diosa Andraste, mencionada únicamente por Dión Casio y tan sólo una vez. Podría tratarse del mismo término que Andate, citada más adelante en la misma obra como una diosa. Thayer afirma que ella puede estar relacionada con Andarte, una deidad adorada por los voconcios de las Galias
Como diosa de la adivinación, probablemente era requerida para predecir los resultados de batallas y guerras. Similar en muchos aspectos era la diosa irlandesa Morrigan, relacionada con guerra, la muerte y la destrucción, pero que también representa la renovación, la muerte que da a luz una nueva vida, aspectos que se encuentran en el propio discurso de Boudica, y como ella es doncella, madre y viuda. Otra cuestión difícil es la interpretación del pasaje de Dión Casio en que Boudica libera una liebre de su vestido. Se trata de una técnica de adivinación, un augurio obtenido de la dirección en la que se dirige el animal, similar a los métodos de adivinación romanos que atribuyen significado a las direcciones en que los pájaros vuelan, con el lado izquierdo siendo propicio y el derecho de mal augurio, pero no hay claros paralelos
celtas. Tampoco implica que la liebre fuera sagrada. Menos satisfactorio aún es pensar que se tratara de comparar a liebres y zorros con la lucha entre celtas y romanos, y resulta muy forzado asimismo el considerar la posibilidad de que, en realidad, Boudica hubiera lanzado la libre esperando que los romanos pudieran atacar al animal, provocando el correspondiente furor de la diosa.
Afianzaría el carisma de Boudica y su relación con la divinidad su condición de sacerdotisa, pero no hay alusiones directas ni de tal posición ni actuación y mucho menos como saga, ya que como tal poseería dotes sobrenaturales y de adivinación con la capacidad de predecir el futuro y de realizar hechizos en la línea de Veleda, Aurinia, Ganna y otras mujeres de aquella época, de las que comentaba Tácito que, vinculadas con los dioses, «creen que hay en ellas una fuerza profética y santa, y no desprecian sus consejos, ni ignoran sus alocuciones». Boudica como persona dominante, guerrera y de poderosísimo atractivo se contrapone a otra mujer, la reina Cartimandua que mandó sobre los brigantes desde su sumisión a Claudio, la cual permaneció leal a Roma hasta el año 69 d. C., cuando fue destronada en una revuelta contra el poder romano comandada por su esposo Venutius
Final
Tanto los pueblos hostiles como los que habían sido neutrales fueron acosados y sufrieron represalias después de conjurar el gran peligro del ejército comandado por Boudica. Para ello se trajeron de Germania 2000 legionarios. Tácito se apresta a separar la figura de Suetonio Paulino de los excesos cometidos por su ejército. En cualquier caso, por si no fueran pocas las calamidades de la derrota los britanos, al haber descuidado las cosechas, sufrieron una gran hambruna. Se sospecha que al cabo de algunos años una rama de los Icenos fue asentada en Venta Icenorum (Caistor-by-Norwich). Por lo que se refiere a la parte romana de Britannia.
Tácito nos pinta una situación terrible de la cual se intentó salir procediendo a la reconstrucción de las civitates peregrinae en los diez años siguientes, y la arqueología revela que muchos lugares importantes funcionaban de manera activa nuevamente apenas tres años después de los hechos. Mientras, en Roma aprendieron la lección. El nuevo procurador de la provincia fue C. Iulius Alpinus Classicianus, seguramente un celta, miembro de la nueva aristocracia provincial que estaba tomando parte en la administración imperial, en su caso procedente muy probablemente de la región de Trier en Galia; él mismo animó a los britanos derrotados a resistir las exacciones en la esperanza de que el gobernador Suetonio Paulino fuera sustituido por otro más benevolente. Clasiciano mandó un informe negativo sobre el gobernador a Roma. Desde allí una comisión dirigida por el liberto Políclito vino a examinar la situación, y aunque Suetonio Paulino no fue relevado inmediatamente, a la menor oportunidad Roma le apartó del puesto. Clasiciano murió ejerciendo de procurador en Britannia y fue enterrado en Roma. Con respecto a los britanos, el siguiente gobernador, Petronio Turpiliano, que había sido cónsul el año de la revuelta, estuvo dos años en el cargo, durante los cuales mejoró las condiciones de vida y gobernó mucho más justamente sin aceptar represalias ni venganzas. Turpiliano obró, según se nos dice, logrando que el enemigo no provocara y que los romanos tampoco lo hicieran.
La Legión XIV, por su comportamiento, recibió los títulos de Martia y Victrix, y la Legión XX el de Victrix. Suetonio Paulino, el terror de los britanos, después de ser gobernador según algunos autores modernos, fue premiado por Nerón cinco años después con un segundo consulado (aunque quizá se tratara de su hijo) y era todavía una prominente figura en el año de los cuatro emperadores, optando por el bando de Otón. A Turpiliano le sucedió Trebelio Máximo, que gobernó en Britannia desde el año 63 al 69, iniciando una efectiva romanización. Cuando Julio Frontino llegó como gobernador en el año 74, impulsó de nuevo la política neroniana de la conquista de Gales. La culminación de los ímpetus romanos se alcanzó a partir del año 78 con la incursión en territorio actualmente escocés por Agrícola, el suegro de Tácito, un Agrícola que había participado en la represión de la revuelta de Boudica como tribuno militar. Y queda por nombrar un individuo relevante para la historia de Roma, que sería emperador a partir de 79 d. C.: Tito Flavio, el mayor de los hijos de Vespasiano, que fue tribunus legionis en la época de la rebelión y pudo ser clave en la derrota de Boudica. En aquellos momentos tendría unos 22 años de edad y, aun siendo tan joven, debió dejar una profunda huella dado que Suetonio cuenta que le dedicaron muchas estatuas, bustos y epígrafes en Britannia.
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