Ella, allá
tan al sur
y yo aquí en
el centro del norte.
La magia de
la comunicación
nos permite
acortar distancias.
Mucho más cerca
la siento
cada vez que
ella susurra
por medio de
su celular
algo muy
dulce y delicado.
Cerrando los
ojos,
esa cercanía
se potencia
cuando ella se
pone en
curiosa y provocadora.
Por el
momento,
sé que no
somos nada,
pero cada
vez que nuestras voces
se cruzan
por WhatsApp
ese nada
cobra todo el sentido.
¿Será que lo
nuestro
solo serán
mensajes,
o la vida y
el destino
nos darán
una oportunidad?
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