sábado, 4 de marzo de 2017

Escribir nos compensa psicológicamente



  Gracias a los aportes externos de los buenos amigos del Blog y en pos de lograr esa motivación dormida de la cual estoy siendo víctima, fui invitado a leer un artículo de la psicóloga y escritora española Valeria Sabater en el sitio web La mente es maravillosa 
  En algunas ocasiones y algún tiempo atrás, escribí en este mismo Blog las razones que me motivaron profundamente a escribir: Capturado por el teclado Por qué me siento impulsado a escribir. Pero, como nos pasa a muchos, la vida nos presenta altibajos constantes y en algunos casos se dan picos de felicidad o picos de depresión. Nuestra cotidianeidad a veces nos demanda una mayor atención o simplemente se nos van las ganas de hacer algo determinado.
  Lo más curioso de todo eso y lo sé perfectamente, es que en general son todas interpretaciones que nos hacemos de nosotros mismos frente a lo externo en determinados momentos de nuestras vidas. Claro está que hablo en general, dejando afuera los problemas de salud o la pérdida de un ser querido; variantes estas que escapan a nuestra voluntad y en las que gracias a Dios no he sido víctima. un así, debo admitir que, desde hace un tiempo a esta parte, la inspiración no me viene a la cabeza como quisiera. Y las razones que se me ocurren son: la falta de experiencias, lo lejos que estoy de vivir las fantasías que sueño, los miles de kilómetros que me separan de mi gente, mi cultura y por supuesto de “Mi Reina” y las demás mujeres que fueron la inspiración y la razón de aquellos días.
  Aun así, la vida es muy generosa conmigo y nunca me deja solo. Como dije al comienzo, desde España recibí la sugerencia y unas palabritas motivadoras para que vuelva a amigarme con las palabras, abrir mi mente y mi corazón para poder canalizar lo que me pasa en un escrito y hacer una especie de terapia conmigo mismo y con todas las personas que dedican parte de su tiempo a leerme y acompañarme.
  No sé a ustedes, pero mi problema creo que radica en que se ha diluido en mí ese hermoso estado del enamoramiento. Sigo sintiendo amor y hago cosas por amor todos los días, pero perdí casi por completo, la levitación que se siente cuando se está enamorado, el perfil laborioso de quien debe conquistar y reconquistar a su amada todos los días, la imaginación puesta en práctica en el arte del amor de pareja, la sensación de estar entregado y perdido, el poder confiar y creer en la compañera. Todo eso, siento que en este presente no lo tengo y me he convertido en un autómata que trabaja para pagar un alquiler, la cuota del auto, los impuestos. Como, duermo, muy de vez en cuando una salida recreativa y la mayor del tiempo libre la estoy dedicando a leer cuestiones políticas en contra de Trump, los populismos y La Iglesia. Cosas que interiormente no me llenan en lo absoluto, pero me sirven para descargar mi impotencia.
  Otros amigos ya habían notado eso y entonces me sugirieron que, si no tengo una musa inspiradora a quien escribirle, que recupere por lo menos “Mi amor a Sofía”, o sea, la filosofía. Y así fue que me puse a leer y escuchar audiolibros sobre: el ser, el amor, la vida, Dios, etc. Si no escribía, entonces por lo menos debía darle un lugar a los sabios que permanecen por siempre en la historia de la humanidad. Así llegué a recordar, que estas personas llegaron a ser lo que son, simplemente por sus obras, por lo que escribieron, o por lo que se escribió de ellos. Ahí vemos la magia de las palabras y el poder de la comunicación.
  Valeria Sabater nos dice que esa magia de las palabras, las podemos usar como terapia personal a través de la escritura emocional y que en ese canal de expresión no debemos ajustarnos a ninguna pulcritud estilística. Simplemente es sentarnos a escribir, a ser nuestro propio terapeuta, a que ahondemos en nuestras emociones para desenredar esa madeja interior que a veces, nos paraliza y nos quita el aliento. Ella está convencida que ese documento de texto abierto o esa hoja de papel en blanco con un lápiz al lado puede ser el mecanismo perfecto para encontrarnos nosotros mismos.
  El psicólogo estadounidense James Pennebaker, profesor de la Universidad de Texas, ha realizado un profundo y exhaustivo estudio acerca de la escritura terapéutica. Según él, este sencillo ejercicio es una llave perfecta para abrir ese complejo mundo interior del que todos disponemos. Bien es cierto que es mucha la gente que ya lo practica, que lleva su pequeña agenda en el bolso para, en un momento dado, escribir todo aquello que le preocupa, que le duele. Son capaces de establecer un sistema de prioridades y seguir lo escrito en esas hojas.
  Pero para no extenderme mucho más voy a resumir los beneficios que nos aporta la escritura terapéutica:
  • Nos abre un mecanismo personal para ahondar en nuestros pensamientos y emociones. ¿Qué es lo que siento ahora? ¿Es rabia, es tristeza? ¿Por qué me siento así? ¿Qué lo ha provocado? ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor? 
  • Exponer estas ideas nos va a permitir ir reduciendo el estrés de a poco. Debemos tratar de descubrir y abordar todos los obstáculos existentes en nuestra vida que día a día nos van quitando las energías o las ganas de vivir. Escribir sobre esos puntos, he identificarlos con un nombre a cada uno, será el comienzo para intentar encontrar las soluciones posibles.
  • La escritura personal puede llegar a ser un proceso psicoterapéutico y de autoayuda perfecto, ahí donde no necesitamos la intervención psicológica de un profesional. Si lo hacemos bien, si somos competentes reconociendo problemas y pautando medidas de acción, seremos dueños de nuestra vida al ser capaces de tomar el control en beneficio propio.
  • Esta sensación de auto capacidad para gestionar los problemas a través de la escritura, nos aporta salud y bienestar. Reforzando no solo nuestra autoestima, sino también nuestro sistema inmunológico al aportar tranquilidad, dejando a un lado el estrés y la ansiedad.
  • Cuando escribimos, buscamos siempre un instante para nosotros mismos. De este modo nos estamos regalando un espacio de tiempo precioso para pensar sobre nuestra vida, practicando la siempre necesaria introspección.
  • Aprendemos a establecer metas, planes, alternativas de acción, prioridades…. Escribir sobre estas realidades, incluyendo además nuestros deseos, nos motiva de un modo más intenso al personalizar ideas, dándonos fuerzas para generar los cambios.
  • Redactar todo lo que se nos venga a la cabeza nos permite ventilar emociones, sentimientos, pensamientos y por qué no, sueños y fantasías. Esa intimidad personal es un modo idóneo para conseguirlo, ya que a veces, para muchas personas no es fácil poner en voz alta su mundo interior, e incluso sus necesidades.
  • Escribir nos ayuda también a reconocer emociones que, de otro modo, es posible que no pudiéramos llegar a entender en su sentido íntegro. En ocasiones nos es difícil admitir que detrás de una sensación de rabia o ira, por ejemplo, se esconde la vulnerabilidad o la tristeza. Qué detrás del auto-perfeccionamiento se halla la inseguridad. Son todas máscaras que llevamos en la cotidianidad y de las que muchas veces no somos del todo conscientes.
  Mis amig@s, Valeria Sabater nos asegura que no debemos dudar de los beneficios, que no nos cuesta un solo peso, ni nos exige tener buena letra. Que todo lo que escribamos lo podemos guardar para nosotros mismos, si no queremos que nadie nos juzgue o escarbe en nuestro interior con malas intenciones. En cada uno de nosotros hay un universo propio para desarrollar y descubrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario