Mí corazonada fue correcta, Julieta apareció, pero no de la manera que yo lo esperaba, sino a través de una solicitud de amistad por Facebook. La que confirmé, ya que allí están un montón de amigos de la pequeña ciudad de donde provenimos y seguramente ella querrá sumarlos a su círculo o viceversa.
Luego empiezo a darme cuenta que está haciendo un recorrido a lo largo de todas mis publicaciones, porque me llegan notificaciones de las cosas que le gustan. Coincidentemente solamente marca las publicaciones que más se ajustan a lo que hablamos personalmente. Deduzco que estará evaluando mi manera de expresarme, las ideas que transmito, la cantidad de amigos, el cómo los trato y demás cosas que le confirmaran que la persona que conoció no es muy diferente a la que aparece en Facebook.
Yo también me permito hacer lo mismo, tratando de ser lo más cuidadoso posible. Sé que tiene hijos, una relación, etc. Además habíamos quedado en respetar a las personas que están a nuestro alrededor.
Sabemos que Facebook es una vidriera donde tratamos de mostrar lo mejor de nuestra vida, compartimos en nuestros muros las cosas que nos alegran, las que nos preocupan y todo aquello que solemos conversar con los demás en nuestra vida cotidiana. Pero Julieta a esta altura ya conoce muchas otras verdades de este humilde servidor. En tantos días, tuvo tiempo de sobra para leer bastante y al igual que si yo fuera una moneda, ella ya conoce las dos caras de mi vida. La exterior donde figura mi personalidad y los valores con los que me manejo siendo una persona común que vive en Buenos Aires. Por otro lado, la interior, que es por donde pasa lo desconocido, lo misterioso, donde a veces se esconden los sueños o deseos, las preguntas que todavía no tienen respuestas, las ilusiones y lógicamente los sentimientos más puros que cada uno tiene. Esa parte de las personas que da justificación a la ciencia de la psicología.
Julieta y yo por lo que hablamos en la confitería, coincidimos en que lo importante está en el presente, en lo que nos pasa ahora, en este instante. Porque es hoy cuando debemos diseñar el proyecto, encontrar todos los materiales necesarios para hacer realidad el futuro que queremos. La vida a ambos se nos pasó muy rápido, sin darnos cuenta nos encontramos arriba de los cuarenta pero a ambos eso no nos inmoviliza, muy por el contrario nos motiva, la experiencia, las marcas, todo es prueba de que hemos vivido. Existe un dicho que dice algo así: “Los inteligentes aprenden de sus propias experiencias, pero los sabios aprenden de las experiencias de los demás”.
Julieta no es una mujer común en lo absoluto, da pruebas de inteligencia, aprendió de cada una de las experiencias que tuvo en cada etapa de su vida. También da pruebas de sabiduría, porque tiene la capacidad de apreciar lo que los demás tienen para enriquecerla. Esos dones cualquiera de nosotros los va puliendo con los años, pero a veces también se aprende a la fuerza lamentablemente. La forma más dura en que la vida nos muestra lo que en nuestro destino está escrito vivir. Y es ahí donde Julieta hizo diferencia, ella vive una vida adulta desde muy, muy joven y yo en muchos aspectos sigo siendo un adolescente.
Terminada esta pequeña introducción sobre lo que pudimos acordar en cuanto a ideas generales o yo haya podido descubrir sobre Julieta; voy a tratar de volver sobre los hechos. Es decir al día siguiente de confirmarla como amiga en mi Facebook, al momento en que me encuentro con la segunda respuesta al mail que le había mandado con todo el material que me había solicitado. Donde curiosamente antes de abrirlo me encuentro con la indicación de que hay adjuntos. Mi ansiedad por abrirlo fue igual a la de un niño frente a un árbol de navidad completo de obsequios.
Con total naturalidad ella sigue adelante con la comunicación electrónica, como si las dos semanas hubieran sido solo un par de horas. Estábamos a mediados de un miércoles y ella me comenta que el viernes nuevamente tendría que andar por la zona del Obelisco y que trataría de terminar sus trámites lo más rápido posible, para que si lo deseaba, podamos compartir un almuerzo juntos y que espera con esa invitación no traerme problemas.
Lo mejor vino después al momento de abrir los adjuntos, me mandó 5 fotos, tres fotos artísticas en blanco y negro, muy sensuales, donde no se puede distinguir el rostro de la persona, pero todo pareciera que fueran de ella. En la primera, la mujer aparece vestida con lencería de encaje, las otras dos son desnudos de una exquisitez incomparable. Las dos fotos restantes si son de ella, una foto invernal en Puerto Madero, vistiendo unas hermosas botas largas que llegan arriba de la rodilla con un jean bien ajustado, una polera alta y una campera de negra que hace juego con las botas, la última es una foto de su rostro, donde luce su característica y hermosa sonrisa.
Respondo inmediatamente diciendo “Veré cómo puedo hacer y gracias por las fotos, están muy lindas”. Luego de un par de minutos, ella hizo lo propio “Las fotos son para que pienses en mí y no me extrañes cuando no tengas noticias mías.” ¿Cómo hizo para saber que la extrañé y que estuve pensando mucho en ella? Más que pensar, algunos ratones ya estaban haciendo destrozos en mí cabeza.
Arreglé todo para poder estar ahí. No oculté que tenía una proposición para almorzar con Julieta y de paso compraría algunas cosas que hacían falta en la casa en la zona de Once , relacionadas con bazar y artículos de tocador. No con muy buena cara, logré que mi esposa asintiera y me pidió que me porte bien. A lo que respondí hacer todo lo posible. Yo con ella trato de no tener secretos, tampoco lo tuve con las anteriores y no me fue mal. Ella conoce todo mi pasado desde el primer día y fue ella quien me aceptó así. Desde el comienzo sabe que no tengo enemigos y que cada una de las personas de mi vida, las considero parte de mi familia. Muchas de esas personas, valen mucho más que algunos familiares y lógicamente que con ninguna de ellas tengo intensión alguna de cortar relaciones, sino todo lo contrario. Porque para mí los amigos son la familia elegida. Es más, hay un dicho que dice que Dios nos da buenos amigos para disculparse por ciertos familiares.
Mi esposa accedió siempre y cuando a ella no le hiciera faltar nada en lo afectivo y tuviera un lugar por encima de cualquier otra persona, o sea el mismo lugar que ella me estaba dando a mí. Claro está que siempre sería así mientras estuviéramos juntos.
Le confirmé a Julieta que tenía el mediodía del viernes disponible para almorzar y que la esperaría a eso de las 11:30 en la misma confitería de la Avenida Corrientes donde nos juntamos la primera vez.
El viernes llegó, yo arrivé algunos minutos antes de la hora convenida. Pude sentarme cerca de la mesa de la primera vez, por lo que no sería difícil para ella encontrarme. A todo esto, ella en estos dos días no se volvió a comunicar conmigo de forma alguna. Sin ánimo de pensar mal, doy por entendido que es una mujer súper ocupada y que dirá las cosas apropiadas en el momento apropiado. Como así también, sé muy bien que le quedó claro que puede consultarme o compartir lo que ella considere conveniente. Todo es parte del juego y ella lo está jugando de una manera deliciosa.
Mientras la espero, contemplo sus fotos una y otra vez, digamos que a esta altura ya están grabadas en mi mente, no dejo de reconocer el talento del fotógrafo ¿Realmente serán fotos de ella? Al verla llegar, sé que por fin podré encontrar algunas respuestas. Su sonrisa ilumina todo el local ¿Cómo puede ser tan simpática?
Se disculpa por la demora, me da un beso. Esta vez, bien dado en la mejilla. Cuanta crueldad, pero no sé por qué debía esperar otra cosa; si hasta el momento seguíamos siendo amigos que recién se volvieron a ver por segunda vez. Le ofrezco algo de tomar y me responde que no. Que antes de almorzar prefiere hacer otra cosa y que si por favor la podía acompañar a hacer algunas compras. Tratando de poner mi mejor cara accedí, pero muchos sabemos el padecimiento que es acompañar a una mujer de compras.
Llamo al mozo y le pido la cuenta, inmediatamente me interrumpe: “para, para, déjame tomar coraje” - “Coraje... ¿Para qué?” le pregunto. “Ya vas a saber. Tiene que ver con todo lo que hablamos y me mandaste, creo haberte dicho que quiero vivirlo y te elegí a vos para hacerme de mis primeras armas en el FemDom. Algunas cosas ya las tengo visualizadas, pero no te voy a decir nada más”. Responde, para finalizar diciendo “De todas maneras si realmente querés acompañarme te vas a poder imaginar lo que puedo tener en mente y lógicamente necesito también de tu asesoramiento. La única condición es que estos gastos si corren por mi cuenta. Si querés, vos después invitas el almuerzo, pero no tenés obligación, porque te recuerdo que todavía no formalizamos nada”.
Guau, sin perder tiempo y sin histeriquear fue ella quien decidió hacerme una proposición. Y sin dejarme razonar la respuesta interrumpe mi pensamiento: “Mirá que nada de lo que te propongo es para hoy, hacemos las compras, almorzamos tranquilos, pero después tengo que estar en otro lugar. Además nuevamente quiero que lo hables con quien tengas que hablarlo, o no. Eso es asunto tuyo. Sea un SI o un NO tu respuesta, ninguna de las dos situaciones cambiará nuestra amistad, ya que lo que podamos llegar a vivir, solamente será una fantasía y nada más”, remató.
Tragué saliva y traté de ser lo más sincero posible con ella, prometiéndole hacer todo lo que estuviera a mí alcance, para llegar tan lejos como podamos y que lógicamente todo iba a quedar en la fantasía. Fantasías que hace más de un año no vivía y ella me estaba presentando una nueva oportunidad para transitar por esos caminos del FemDom. “Entonces no perdamos tiempo, pagá y nos vamos”, me ordenó con total naturalidad.
!Que mujer! pensé por dentro, sin dar crédito a lo que estaba pasando. Pagué y salimos. “Vos seguime”, me dijo. Sabemos que Corrientes a esa hora es un mundo de gente y no es tan cómodo caminar lado a lado, pero para mí lo hizo para marcarme autoridad. Se estaba y me estaba probando.
No caminamos más de dos cuadras que entramos en una galería. Subsuelo, local al fondo, Sex Shop. Me tomó de la mano y entramos. Amablemente y cómo pasa siempre, un vendedor vino a consultarnos que estábamos buscando. Ella dijo que quería concretar algunas fantasías y que necesitaba un par de accesorios, entre ellos esposas, lazos o lo que le sugieran para inmovilizar, algo para privar el sentido de la vista y posiblemente también una mordaza.
Me llamó poderosamente la atención que supiera pedir cada artículo con semejante precisión y sin rodeos. El vendedor le pidió un par de minutos para mostrarle lo que tenían en el negocio. Se me acerca al oído y me dice “Estoy feliz. Muy nerviosa, pero feliz”. Desde afuera, yo la miraba y no noté ninguna de las dos cosas; no se la veía ni nerviosa, como así tampoco feliz. Muy por el contrario se la veía segura y autoritaria. En eso que la estoy estudiando me dice: “Vení, acompáñame veamos que más hay”.
El local era bastante grande y tenía cada sector bastante bien identificado. Provocadora cuando pasamos por el sector de los arneses, ella toma uno sin dildo y lo presenta por encima del pantalón para que la vea. Hace una pose sexy, me mira y dice “No, todavía no estamos listos para esto”. Mis sentidos no daban crédito a lo que estaba viendo y oyendo.
En ese instante, no pude evitar recordar aquellos momentos junto a “Mi Reina”, la película parecía repetirse, pero con la enorme diferencia de ser Julieta una mujer prácticamente desconocida en montón de aspectos. Era la segunda vez que nos veíamos y ya estábamos en un Sex Shop. Todo eso no podía ser real de ninguna manera. No hay química, no hay magia que pudiera crear semejante situación entre dos personas, pero sin embargo ahí estábamos.
El vendedor interrumpe mis pensamientos y le muestra a Julieta lo que ella le había requerido. Las esposas fue lo primero que eligió. Optó por unas bien cromadas, sin fundas y de muy buena calidad. “Por favor ¿Me enseñas como se usan?", le dijo ella. “Como no” accedió el vendedor mientras las sacaba del empaque. Atentamente ella prestó atención y me dijo: “A ver, vení que probamos si aprendí. Poné junta las manos”, me ordenó. Sin decir una sola palabra lo hice, ella con una sonrisa muy pícara me las puso. Lo lógico hubiera sido que inmediatamente me las hubiera quitado. Pero no, se dio media vuelta y siguió viendo las demás cosas que estaban en el mostrador. El vendedor se sonrió al ver mi cara de circunstancia y siguió con ella. En el mientras tanto ella jugaba con las llaves en su mano derecha, mientras con la izquierda iba revisando lo que le mostraban.
Tranquilamente eligió un antifaz de simil cuero, un set de cintas de nylon, ambos artículos de color negro y con cierre de velcro. La gran sorpresa fue la mordaza de cuero con doble dildo. Yo estaba parado muy cerca de ella y realmente no sé para qué me llevó, porque en nada me consulto, pero se dio el gusto de tenerme esposado unos cuantos minutos. En eso dice al vendedor “Creo ya tengo lo que necesito para la primera vez. Me llevo estas tres cosas y por supuesto la esposas también”. Se vuelve hacia mi y me las saca, para dárselas al comerciante para que las ponga en un mismo paquete. Astutamente logra un descuento del 10%, incluso pagando con tarjeta de crédito. En lo que se realizan esas operaciones, con sus manos acaricia mis muñecas suavemente y me pregunta “¿Estas bien?”. Apenas pude decir: “Si, no te preocupes por mi”. A lo que me explica “Necesitaba sentir un poco de control. Gracias por colaborar”, finalizó.
Pagó y me dijo “Ahora es tu turno de elegir donde vamos a almorzar”. Estando en Avenida Corrientes, propuse Pizza en Güerrin con una cerveza bien fría. Necesitaba bajar urgente la temperatura. “Me parece bárbaro” dijo ella y allá nos fuimos. Como si minutos antes nada hubiera pasado, como si de la confitería estuviéramos yendo directo para Güerrin.
Nos ubicamos en una mesa, ordenamos media jamón y morrones, la otra mitad jamón y ananá con una Quilmes 3/4. Trato de abrir una conversación hablando de las fotos de los famosos que nos rodean en las paredes; ella más o menos me sigue la corriente, hasta que tal como el primer día, toma mi mano diciéndome “Gracias por estar hoy conmigo y haberme acompañado a hacer estas compritas”, indicándome con la mirada la bolsa que se encuentra junto a ella en la silla de al lado. “Yo puedo hacerme un tiempo, el lunes por la tarde ¿Crees estar disponible?”, me pregunta. Tierra trágame pensaba yo. Le repito, tratar de hacer todo lo posible para que esto funcione. Tengo flexibilidad horaria en mi trabajo por lo que eso no sería problema. Explicarlo en casa es algo muy diferente.
Ella me argumenta que por el momento no va a mencionarlo con su novio. Me recalca, que no me haga ilusiones con nada fuera de lo que acordemos, porque no tiene otros sentimientos conmigo más allá de una amistad; picante pero amistad al fin. Reconoce tener un a fuerte fantasía, algo que es más fuerte que ella, algo que ya no puede controlar y yo le abrí el camino para poder vivirlas y ser el medio para que ella pudiera aprender. Porque siente que yo le transmito seguridad y confianza, dos cosas elementales para los juegos del BDSM. Quizás esa era la cruel realidad, que me iba a estar usando para aprender y descubrir las cosas que siente una mujer con poder, una Dómina. Cosas que más de una vez imaginó, pero nunca creyó poder hacer realidad. Sería probable que después, cuando se sienta segura, se las proponga a su novio, si esa relación sigue por el buen camino. Y si eso sucedía, en ese mismo instante lo nuestro se podría terminar.
Paso siguiente y con los pies bien puestos sobre la tierra, fue tratar de acordar algunas de las condiciones generales de las fantasías a vivir juntos. Por lo que el almuerzo se convirtió en algo de negocios, pero no nos despedimos sin antes estar conformes con las pautas del próximo encuentro.
Todo eso, será material de la tercera parte. Buena vida para todos los amigos del Blog.-
Bienvenidos a este rincón FemDom de Mi Reina “Lady Eros” y Mío (quien escribe). Humildemente pretendo desde aquí revalorar a la mujer y adorar con todo mi ser a la que finalmente me aceptó. La idea es compartir buena información, relatos propios, ajenos y lo necesario para ayudar a quienes deseen correr los límites de sus fantasías inclinándose por el camino del FemDom y el BDSM, pero siempre con la idea de ser guiados por una mujer. Se agradece tener mente abierta y respeto por los demás.
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