No les hago perder más el tiempo y espero que lo disfruten tanto como yo y como siempre, al final encontrarán el Link a la versión original:
Me encantan las camas de barrotes de hierro y me encanta tenerlo atado a ellos. Parece tan indefenso, tan desamparado y a la vez tan excitado. Me encanta verle así, desnudo, con las manos y los pies atados a los barrotes. Me encanta mi corsé de cuero y me encanta que Santi me vea con él puesto, sé que le excita y eso me encanta.
Precisamente me lo regaló él, hace ya meses. Aún recuerdo aquel día; entramos a un sex-shop, más que nada por curiosidad, y empezamos a mirar. Yo me puse a curiosear entre la ropa y vi aquel extraño corsé de cuero negro, que tenía un par de oberturas en los senos y otra en el sexo, además de las normales para los brazos, las piernas y el cuello. Santi se acercó a mí y me dijo:
- Seguro que estarías muy excitante con eso.
- ¿Tú crees? – Le pregunté.
- Sí, seguro. Sobre todo para convertirme en tu esclavo sexual.
- ¿Mi esclavo sexual?
- Sí, ya sabes que me encantaría hacer realidad esa fantasía, que me ates y me hagas lo que tú quieras.
- ¿Tú crees? – Le pregunté.
- Sí, seguro. Sobre todo para convertirme en tu esclavo sexual.
- ¿Mi esclavo sexual?
- Sí, ya sabes que me encantaría hacer realidad esa fantasía, que me ates y me hagas lo que tú quieras.
Lo sabía. Me lo había dicho ya varias veces, quizás por eso compré aquel corsé. Y quizás por eso he decidido que hoy sea el día que haga realidad esa fantasía. Vuelvo a dar otra vuelta a la cama, y de nuevo pienso que me encanta verle así. Hace unos minutos, cuando tras acostarnos en la cama, yo le he preguntado:
- ¿Estás preparado?
- Sí, – Ha contestado sin pensar - ¿Para qué?
- Para ser mi esclavo. Hoy serás mi esclavo.
- ¿Estás preparado?
- Sí, – Ha contestado sin pensar - ¿Para qué?
- Para ser mi esclavo. Hoy serás mi esclavo.
Su cara ha enrojecido como nunca antes lo había hecho. Siempre, cuando se excita mucho, sus mejillas se enrojecen, y a mí me encanta.
Después de proclamar mis intenciones, me he vestido con el maillot, mientras él se desnudaba. Tras lo cual me ha preguntado:
- ¿Y ahora que hago?
- Acuéstate en la cama boca arriba – Le he indicado mientras sacaba los pañuelos de la maleta.
Después de proclamar mis intenciones, me he vestido con el maillot, mientras él se desnudaba. Tras lo cual me ha preguntado:
- ¿Y ahora que hago?
- Acuéstate en la cama boca arriba – Le he indicado mientras sacaba los pañuelos de la maleta.
Me he acercado a la cama y lo he atado de pies y manos a los fríos barrotes.
Ahora está a mi merced, ahora yo domino la situación y tenerle así me excita. Siento como mi sexo se humedece con sólo pensar en las cosas que vamos a hacer.
Me acerco a él, me arrodillo poniendo mis rodillas, una a cada lado de su cintura. Él me mira, mira mis senos excitados; sé que desea tocarlos, le encanta hacerlo cuando hacemos el amor, pero hoy no puede. Acerco mi boca a la suya y le beso, nos besamos, siento como su pene, que está bajo mis nalgas se eriza y se endurece.
Me incorporo y acaricio mis senos mientras él me observa, luego acerco uno de mis pechos a su boca y le ordeno:
- Chúpalo, lámelo.
Ahora está a mi merced, ahora yo domino la situación y tenerle así me excita. Siento como mi sexo se humedece con sólo pensar en las cosas que vamos a hacer.
Me acerco a él, me arrodillo poniendo mis rodillas, una a cada lado de su cintura. Él me mira, mira mis senos excitados; sé que desea tocarlos, le encanta hacerlo cuando hacemos el amor, pero hoy no puede. Acerco mi boca a la suya y le beso, nos besamos, siento como su pene, que está bajo mis nalgas se eriza y se endurece.
Me incorporo y acaricio mis senos mientras él me observa, luego acerco uno de mis pechos a su boca y le ordeno:
- Chúpalo, lámelo.
Él me obedece y dejo que su lengua recorra mi pezón y que su boca lo chupe. Mi sexo se humedece un poco más.
- ¡Vale! – Digo apartando el pecho.
- ¡Vale! – Digo apartando el pecho.
Le acerco el otro:
- Ahora este.
Y él repite la operación. Mis pezones están erectos. Me encanta sentir el calor de su boca sobre ellos.
- Vale – Aparto mi seno de su boca.
Me incorporo y luego me adelanto hasta que mi sexo queda a la altura de su boca y le pido:
- Cómemelo.
Con mis dedos abro mis labios vaginales, los aparto para que pueda acceder más fácilmente a mi clítoris y mi vagina.
- Sí, así, despacio – Le indico.
Siento como su lengua roza mi clítoris, como recorre el húmedo camino hasta mis labios vaginales y como se introduce en mi húmeda vagina.
- ¡Uhm, sí, muy bien! – Gimo
Siento su lengua recorrer el camino de mi clítoris a mi vagina con rapidez y grito:
- ¡No, así no!
Elevo mi cuerpo para que mi sexo quede alejado de su lengua.
- ¡Así no! Debes hacerlo despacio – Le indico.
Vuelvo a acercar mi sexo a su boca y dejo que siga lamiendo. Mueve su lengua despacio, haciendo que mi cuerpo empiece a convulsionarse. Su boca recorre mis genitales, siento como sus dientes mordisquean mi clítoris y su lengua juguetea con él. Veo sus manos atadas por los pañuelos, abriéndose y cerrándose nerviosas. Sé que desearía tocar mis senos o mi culo, pero no puede, y eso me encanta.
Su lengua se mueve cada vez más veloz y diestramente por mis labios vaginales, y siento que de un momento a otro me voy a correr. Por eso empujo mi sexo contra su boca, me estremezco y gimo cada vez más fuerte, hasta que el orgasmo se desencadena e inundo su boca con mis jugos.
- Muy bien, cielo, lo has hecho muy bien. – Le digo.
Le beso en la boca como premio al buen trabajo realizado. Observo su sexo y veo una gota de líquido pre seminal en la punta, así que no puedo evitar desearlo. Acerco mi boca a ese caramelo que me espera y ansia. Lamo la gota de líquido y luego el glande, lo rodeo con mi lengua y lo lamo. Observo a Santi, se está mordiendo el labio inferior y sus manos no paran de moverse, gime.
Introduzco el glande en mi boca y él se estremece, lo saboreo, lo chupo, me deleito con él. Lo saco de mi boca, desciendo lamiendo el tronco, llego a los huevos y los lamo, chupo uno, luego el otro, vuelvo a lamerlos. Me encanta tenerle con las piernas así, abiertas. Deslizo un dedo por la raja de su culo, lo llevo hasta su ano y lo acaricio, lo masajeó, mientras con la boca vuelvo al glande y lo chupo. Empiezo a meter el dedo en su estrecho ano y siento como se excita, como su sexo se hincha dentro de mi boca. Su ano se contrae alrededor de mi dedo, que muevo dentro y fuera de él. Decido meter otro de mis dedos en el estrecho ano y lo muevo. Sigo chupando el glande, saboreándolo, mientras él gime. Siento como su ano se va expandiendo y como su verga se endurece cada vez más, sé que le falta poco para correrse, por eso dejo de chupar su verga. Quiero alargar el momento cumbre, que lo desee con todas sus fuerzas y me lo suplique.
Sigo introduciendo mis dedos en su ano y le observo. Gime, se mueve excitado, introduzco un tercer dedo y siento como se convulsiona.
- Ahora este.
Y él repite la operación. Mis pezones están erectos. Me encanta sentir el calor de su boca sobre ellos.
- Vale – Aparto mi seno de su boca.
Me incorporo y luego me adelanto hasta que mi sexo queda a la altura de su boca y le pido:
- Cómemelo.
Con mis dedos abro mis labios vaginales, los aparto para que pueda acceder más fácilmente a mi clítoris y mi vagina.
- Sí, así, despacio – Le indico.
Siento como su lengua roza mi clítoris, como recorre el húmedo camino hasta mis labios vaginales y como se introduce en mi húmeda vagina.
- ¡Uhm, sí, muy bien! – Gimo
Siento su lengua recorrer el camino de mi clítoris a mi vagina con rapidez y grito:
- ¡No, así no!
Elevo mi cuerpo para que mi sexo quede alejado de su lengua.
- ¡Así no! Debes hacerlo despacio – Le indico.
Vuelvo a acercar mi sexo a su boca y dejo que siga lamiendo. Mueve su lengua despacio, haciendo que mi cuerpo empiece a convulsionarse. Su boca recorre mis genitales, siento como sus dientes mordisquean mi clítoris y su lengua juguetea con él. Veo sus manos atadas por los pañuelos, abriéndose y cerrándose nerviosas. Sé que desearía tocar mis senos o mi culo, pero no puede, y eso me encanta.
Su lengua se mueve cada vez más veloz y diestramente por mis labios vaginales, y siento que de un momento a otro me voy a correr. Por eso empujo mi sexo contra su boca, me estremezco y gimo cada vez más fuerte, hasta que el orgasmo se desencadena e inundo su boca con mis jugos.
- Muy bien, cielo, lo has hecho muy bien. – Le digo.
Le beso en la boca como premio al buen trabajo realizado. Observo su sexo y veo una gota de líquido pre seminal en la punta, así que no puedo evitar desearlo. Acerco mi boca a ese caramelo que me espera y ansia. Lamo la gota de líquido y luego el glande, lo rodeo con mi lengua y lo lamo. Observo a Santi, se está mordiendo el labio inferior y sus manos no paran de moverse, gime.
Introduzco el glande en mi boca y él se estremece, lo saboreo, lo chupo, me deleito con él. Lo saco de mi boca, desciendo lamiendo el tronco, llego a los huevos y los lamo, chupo uno, luego el otro, vuelvo a lamerlos. Me encanta tenerle con las piernas así, abiertas. Deslizo un dedo por la raja de su culo, lo llevo hasta su ano y lo acaricio, lo masajeó, mientras con la boca vuelvo al glande y lo chupo. Empiezo a meter el dedo en su estrecho ano y siento como se excita, como su sexo se hincha dentro de mi boca. Su ano se contrae alrededor de mi dedo, que muevo dentro y fuera de él. Decido meter otro de mis dedos en el estrecho ano y lo muevo. Sigo chupando el glande, saboreándolo, mientras él gime. Siento como su ano se va expandiendo y como su verga se endurece cada vez más, sé que le falta poco para correrse, por eso dejo de chupar su verga. Quiero alargar el momento cumbre, que lo desee con todas sus fuerzas y me lo suplique.
Sigo introduciendo mis dedos en su ano y le observo. Gime, se mueve excitado, introduzco un tercer dedo y siento como se convulsiona.
Dejo de penetrarlo y me dirijo hacía la maleta. Busco el consolador, ese que compramos juntos hace un par de años y que hemos usado tantas veces. Vuelvo a la cama, me sitúo entre sus piernas. Su pene sigue tan erecto como hasta ahora.
-¡Oh, venga! – Me suplica.
Me pongo encima de la cama de pie. Mis botas de altos tacones le excitan. Le paso suavemente el tacón por todo su cuerpo. Le aproximo el tacón a su culo.
Me encanta verle suplicar, que desee que lo folle por el culo y me lo suplique.
Me coloco de rodillas entre sus piernas, acerco el vibrador a sus nalgas y se estremece. Eleva un poco su culo para que pueda acceder más fácilmente a su ano. Lamo el vibrador y él me mira con deseo, luego vuelvo a acercar el instrumento a su ano y muy despacio lo voy introduciendo. Él se estremece y gime. Cuando el vibrador está totalmente dentro lo coloco de forma estratégica, asegurándome que esté bien apoyado sobre la cama para que no salga.
A continuación, me siento sobre su vientre. Rozo mi húmedo sexo con el suyo. Estoy a mil, pero ver como me desea me enloquece y me excita aún más. Coloco el glande frente a mi vagina y hago el amago de introducírmelo. Santi gime. Separo mi sexo del suyo y lo beso en la boca.
- Venga nena – Me suplica.
Vuelvo a colocar su sexo a la entrada del mío y desciendo haciendo que el glande entre en mí. Se estremece, sé que desea que siga, que empiece a cabalgarle para sentir el vibrador moviéndose en su culo, pero en lugar de eso, vuelvo a sacar el glande de mi sexo. Su rostro refleja la decepción. Vuelvo a rozar mi sexo con el suyo y de nuevo sitúo su glande frente a mi vagina y finalmente desciendo hasta que su polla penetra por completo en mí.
Empiezo a moverme despacio, sobre todo para que su ano se acostumbre al vibrador. Le miro a los ojos, están brillando. Sé que está disfrutando, poco a poco voy aumentando el ritmo de las embestidas. Su fantasía se ha cumplido. Ser follado mientras me folla.
Siento su verga entrando y saliendo de mí, mientras él siente como el vibrador entra y sale de su ano. Cabalgo cada vez más rápidamente, disfruto, me deleito y a la vez me acaricio los senos. Estoy a mil y sé que él también lo está. Si seguimos a este ritmo ambos nos vamos a correr, pero no puedo parar, veo su cara de placer y me excito aún más. Siento que mi vagina se contrae y que de un momento a otro me voy a correr. Empujo con fuerza, cabalgo frenéticamente. Santi gime y siento como su verga se endurece, está a punto de correrse. Paro y le dejo a punto de estallar.
- Venga, enséñame tu culito. Ponte a cuatro patas. Le ordeno.
Santi se pone en cuatro, mostrándome su culo. Me excito al verle así. Su sumisión hacía mí, ahora es total y eso me excita, igual que a él, que tiene la verga de nuevo tiesa.
- Bien, acerca las manos a los barrotes. – Le ordeno.
Y él me obedece. Vuelvo a atarle las manos con los pañuelos y una vez lo he hecho acaricio sus brazos suavemente, desciendo por su espalda y finalmente su culo, sobre el que doy una ligera palmada. Santi se excita al sentirla.
Vuelvo otra vez a la maleta y saco un pañuelo negro. Me acerco a Santi y le vendo los ojos con él.
- Bien, mi pequeño esclavo, el juego ha empezado. – Le susurro al oído.
Vuelvo a la maleta y cojo el arnés. Me acerco a la cama y lo dejo sobre ella. Empiezo a besar su cuello, mientras acaricio su espalda, la araño suavemente y al llegar a sus nalgas las aprieto con fuerza y doy una palmada en cada una. A continuación me pongo el arnés, uno que compramos por internet de látex. Tiene una verga interior para mi sexo y una verga para dar placer. Acaricio el culo de Santi, él se excita. Sé que un montón de situaciones pasan por su cabeza tratando de averiguar cual de ellas será la que realicemos.
Saco el bote de lubricante anal y le unto bien su culo. Acerco mi boca a su nalga derecha y la muerdo, la lamo. Abro sus nalgas y meto mi lengua entre ellas, busco el oscuro agujero y lo relamo, introduzco mi lengua y siento como Santi se estremece al sentirla. Su pequeño agujero se abre fácilmente. Mientras sigo con las caricias bucales, busco su sexo y lo acaricio, está duro como una piedra, caliente, e irremediablemente tiembla al sentir el contacto de mi mano. Me decido por fin; me incorporo y me sitúo tras él. Mi sexo artificial queda a la altura de su ano. Lo restriego suavemente contra el estrecho agujero. Santi gime excitado.
- Ahora serás mi putita. – Exclamo.
Guío la punta hasta el estrecho agujero y poco a poco, lo voy metiendo. Me siento extraña y a la vez excitada en mi nuevo papel, pero estoy dispuesta a hacer disfrutar a Santi. Así que empujo el artificial pene hacía el interior del agujero e introduzco solo la punta.
Santi gime.
- ¡Ah!
Lo sujeto por las caderas e introduzco un poco más. Santi vuelve a gemir.
- ¡Ah, sí!
Termino de meter un poco más la polla y me recuesto sobre su espalda. Muerdo su hombro, lo lamo y trazo un camino hasta su nuca, subo hasta la base de su oído y le pregunto:
- ¿Te gusta, putita?
- ¡Uhm, sí!
Empiezo a moverme despacio, haciendo que el instrumento entre y salga lentamente de su ano. Me incorporo y sujetándolo por la cadera voy acelerando el ritmo poco a poco. La verga que está dentro de mi me produce mucho placer al mismo tiempo.
Siento como él empuja hacía mí, haciendo que mi pene entre más en él.
- Eso es, muévete putita. Siente como te perforo.
Empieza a gemir, vuelvo a recostarme sobre su espalda, llevo mis manos hacía su pene erecto y empiezo a masajearlo, mientras empujo una y otra vez, embistiéndole cada vez con más rapidez. Su polla se hincha entre mis manos. Santi se convulsiona cada vez más fuerte, finalmente siento como el semen sale de su interior llenando toda mi mano; a la vez empuja hacía mí.
-¡Aaaaahhh! – Gime y finalmente se deja caer sobre la cama.
-¡Oh, venga! – Me suplica.
Me pongo encima de la cama de pie. Mis botas de altos tacones le excitan. Le paso suavemente el tacón por todo su cuerpo. Le aproximo el tacón a su culo.
Me encanta verle suplicar, que desee que lo folle por el culo y me lo suplique.
Me coloco de rodillas entre sus piernas, acerco el vibrador a sus nalgas y se estremece. Eleva un poco su culo para que pueda acceder más fácilmente a su ano. Lamo el vibrador y él me mira con deseo, luego vuelvo a acercar el instrumento a su ano y muy despacio lo voy introduciendo. Él se estremece y gime. Cuando el vibrador está totalmente dentro lo coloco de forma estratégica, asegurándome que esté bien apoyado sobre la cama para que no salga.
A continuación, me siento sobre su vientre. Rozo mi húmedo sexo con el suyo. Estoy a mil, pero ver como me desea me enloquece y me excita aún más. Coloco el glande frente a mi vagina y hago el amago de introducírmelo. Santi gime. Separo mi sexo del suyo y lo beso en la boca.
- Venga nena – Me suplica.
Vuelvo a colocar su sexo a la entrada del mío y desciendo haciendo que el glande entre en mí. Se estremece, sé que desea que siga, que empiece a cabalgarle para sentir el vibrador moviéndose en su culo, pero en lugar de eso, vuelvo a sacar el glande de mi sexo. Su rostro refleja la decepción. Vuelvo a rozar mi sexo con el suyo y de nuevo sitúo su glande frente a mi vagina y finalmente desciendo hasta que su polla penetra por completo en mí.
Empiezo a moverme despacio, sobre todo para que su ano se acostumbre al vibrador. Le miro a los ojos, están brillando. Sé que está disfrutando, poco a poco voy aumentando el ritmo de las embestidas. Su fantasía se ha cumplido. Ser follado mientras me folla.
Siento su verga entrando y saliendo de mí, mientras él siente como el vibrador entra y sale de su ano. Cabalgo cada vez más rápidamente, disfruto, me deleito y a la vez me acaricio los senos. Estoy a mil y sé que él también lo está. Si seguimos a este ritmo ambos nos vamos a correr, pero no puedo parar, veo su cara de placer y me excito aún más. Siento que mi vagina se contrae y que de un momento a otro me voy a correr. Empujo con fuerza, cabalgo frenéticamente. Santi gime y siento como su verga se endurece, está a punto de correrse. Paro y le dejo a punto de estallar.
- Venga, enséñame tu culito. Ponte a cuatro patas. Le ordeno.
Santi se pone en cuatro, mostrándome su culo. Me excito al verle así. Su sumisión hacía mí, ahora es total y eso me excita, igual que a él, que tiene la verga de nuevo tiesa.
- Bien, acerca las manos a los barrotes. – Le ordeno.
Y él me obedece. Vuelvo a atarle las manos con los pañuelos y una vez lo he hecho acaricio sus brazos suavemente, desciendo por su espalda y finalmente su culo, sobre el que doy una ligera palmada. Santi se excita al sentirla.
Vuelvo otra vez a la maleta y saco un pañuelo negro. Me acerco a Santi y le vendo los ojos con él.
- Bien, mi pequeño esclavo, el juego ha empezado. – Le susurro al oído.
Vuelvo a la maleta y cojo el arnés. Me acerco a la cama y lo dejo sobre ella. Empiezo a besar su cuello, mientras acaricio su espalda, la araño suavemente y al llegar a sus nalgas las aprieto con fuerza y doy una palmada en cada una. A continuación me pongo el arnés, uno que compramos por internet de látex. Tiene una verga interior para mi sexo y una verga para dar placer. Acaricio el culo de Santi, él se excita. Sé que un montón de situaciones pasan por su cabeza tratando de averiguar cual de ellas será la que realicemos.
Saco el bote de lubricante anal y le unto bien su culo. Acerco mi boca a su nalga derecha y la muerdo, la lamo. Abro sus nalgas y meto mi lengua entre ellas, busco el oscuro agujero y lo relamo, introduzco mi lengua y siento como Santi se estremece al sentirla. Su pequeño agujero se abre fácilmente. Mientras sigo con las caricias bucales, busco su sexo y lo acaricio, está duro como una piedra, caliente, e irremediablemente tiembla al sentir el contacto de mi mano. Me decido por fin; me incorporo y me sitúo tras él. Mi sexo artificial queda a la altura de su ano. Lo restriego suavemente contra el estrecho agujero. Santi gime excitado.
- Ahora serás mi putita. – Exclamo.
Guío la punta hasta el estrecho agujero y poco a poco, lo voy metiendo. Me siento extraña y a la vez excitada en mi nuevo papel, pero estoy dispuesta a hacer disfrutar a Santi. Así que empujo el artificial pene hacía el interior del agujero e introduzco solo la punta.
Santi gime.
- ¡Ah!
Lo sujeto por las caderas e introduzco un poco más. Santi vuelve a gemir.
- ¡Ah, sí!
Termino de meter un poco más la polla y me recuesto sobre su espalda. Muerdo su hombro, lo lamo y trazo un camino hasta su nuca, subo hasta la base de su oído y le pregunto:
- ¿Te gusta, putita?
- ¡Uhm, sí!
Empiezo a moverme despacio, haciendo que el instrumento entre y salga lentamente de su ano. Me incorporo y sujetándolo por la cadera voy acelerando el ritmo poco a poco. La verga que está dentro de mi me produce mucho placer al mismo tiempo.
Siento como él empuja hacía mí, haciendo que mi pene entre más en él.
- Eso es, muévete putita. Siente como te perforo.
Empieza a gemir, vuelvo a recostarme sobre su espalda, llevo mis manos hacía su pene erecto y empiezo a masajearlo, mientras empujo una y otra vez, embistiéndole cada vez con más rapidez. Su polla se hincha entre mis manos. Santi se convulsiona cada vez más fuerte, finalmente siento como el semen sale de su interior llenando toda mi mano; a la vez empuja hacía mí.
-¡Aaaaahhh! – Gime y finalmente se deja caer sobre la cama.
Yo caigo a su lado. Le acerco mi mano a su boca. Todavía está excitado por la situación de estar vendado y atado. Cojo un poco de su leche y la restriego por el vibrador que he usado antes. Se lo pongo en la boca. Me excita verle así. Él abre los labios y yo se lo introduzco. Le ordeno que lo deje limpio. El obedece.
Le desato las manos y le quito el pañuelo de los ojos. Me abraza. Soy feliz porque él es feliz. He disfrutado por que él también lo ha hecho. Santi me mira a los ojos, y en los suyos veo esa llama de su amor por mí, ardiendo más fuerte que nunca.
- Gracias, cielo. – Me susurra.
- Lo he hecho porque te quiero. – Le digo yo.
- Yo también te quiero.
Nuestros labios se encuentran, se sienten y se funden en un beso apasionado.
Le desato las manos y le quito el pañuelo de los ojos. Me abraza. Soy feliz porque él es feliz. He disfrutado por que él también lo ha hecho. Santi me mira a los ojos, y en los suyos veo esa llama de su amor por mí, ardiendo más fuerte que nunca.
- Gracias, cielo. – Me susurra.
- Lo he hecho porque te quiero. – Le digo yo.
- Yo también te quiero.
Nuestros labios se encuentran, se sienten y se funden en un beso apasionado.
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