domingo, 14 de agosto de 2016

Pensando en Mi Reina

  Mi Reina hace mucho que no te dedico unas líneas en nuestro Blog.
  Hoy domingo, espero satisfacer esa abstinencia de escritura que estuve padeciendo, pero debo reconocer una ausencia de inspiración.

Será debido a la falta de tus caricias, 
o a que se me está olvidando el sabor de tus besos
y la suavidad de tus labios.
 
Que bien le haría a todo mi ser 
el volver a tenerte entre mis brazos
y que los gritos de mi piel sean escuchados, 
porque necesito extasiarme en tu ser.
 
Por supuesto que también extraño tu frialdad 
al momento de ponerte el antifaz 
y convertirte en la Domina perfecta. 
Esa que se adueñó de mi cuerpo y de mi alma.
 
Nunca podré perdonarme por haberme equivocado 
y ser el gran responsable de haberte perdido. 
Como pocos pude aprender en carne propia 
que todos los actos generan consecuencias 
y esa será mi cruz por siempre.
 
Hoy solo me  queda la esperanza 
de por lo menos haber logrado ser
un buen recuerdo para vos.

1 comentario:

  1. Debe saber, dado que que considero que he usurpado parte de su intimidad al hacerlo, que he leído fervientemente todas sus publicaciones. Sé que tiene un esclavo que daría la vida por usted y que usted, seguramente, lo ama en demasía. Sé todo eso. Pero, se lo pido encarecidamente, no me niegue una simple respuesta. ¿Qué obtengo con ello? Sería un privilegio para mí saber que mis palabras pudieron ser leídas por usted, ¡y no solo eso!, sino que estaré en deuda con usted si contesta a estas letras.
    Admiro su concepción del mundo, diferente al mundo tradicional y machista. Usted invierte los papeles pero llegando a límites insospechados: quién iba a decir que el hombre, después de épocas en donde él era la autoridad, ahora se deja llevar por la delicadeza violenta (contraste delicioso) de la mujer a la que con tanto esmero se ocupo, a lo largo de la historia, de mantenerla en sumisión. Victoria para usted, y me da gusto.
    Le confesaré algo más, que puede llegar a ser una imprudencia pero considero que en la honestidad sin medida está la aperturidad al conocimiento del otro, y es que, al leer sus instrucciones, sus puntos de reflexión con respecto a la dominación de su esclavo, la privación del orgasmo, entre otros detalles no menos importantes, me fue inevitable no sentir una oleada de placer que recorría mi cuerpo y que desembocó en el cerebro, provocando un ligero mareo de placer,y se lo agradezco; le agradezco que me haya provocado tan placentera sensación. Por favor, hermosa mujer y Reina, dedíqueme algunas palabras.
    Se despide su fiel seguidor...

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