miércoles, 4 de diciembre de 2013

Despidiendo al Hombre Vainilla




  ¿Por qué hay que romper con el molde? Ese molde que nos impusieron nuestros padres (porque a ellos también se los impusieron), la sociedad, la cultura y sobre todo las religiones ¿Por qué hay que ser diferentes? ¿Por qué no nos conformamos con ser hombres vainillas?
  Si hablamos del FemDom, pienso que el punto de partida es el placer, la búsqueda de dar y recibir placer a un nivel en que las cosas no son un trámite, sino que hay una voluntad de entrega por parte del sumiso a ser exigido al máximo por su Dómina en pos de acrecentar su placer y status. Aceptar el trono que el sumiso le ofrece a su Reina implica una responsabilidad y compromiso por parte de ella en pos de lograr un placer superior que ya no pasa exclusivamente por la penetración y la eyaculación, sino por lo que la entrega total significa para ambas partes y dentro de esa entrega está la penetración y la eyaculación (si así el Ama lo solicitara).
  Todavía no tengo la experiencia suficiente como para dar por sentado todo lo que estoy escribiendo, pero de seguro en mis pocas experiencias así lo sentí y me dio una sensación de plenitud, de entrega, satisfacción y orgullo que muy pocas veces logré sentir en el mundo vainilla. Salvo en algunos trabajos de caridad que he realizado, pero está claro que ahí no había placer sexual, ni el sentimiento de entregarse plenamente a la persona amada. Tenía que ver con el amor, pero no con el amor que nos lleva a perdernos bajo la pollera de esa mujer elegida.
  Pasó que ahora me gusta más sentir el placer que le doy a “Mi Reina” que mi propio placer. Ella ahora puede estar mucho más tiempo intimando conmigo, que yo ni siquiera tengo intenciones de eyacular, porque ya no disfruto yo, sino que disfruto a través de ella, de su control, de su ritmo, de sus exigencias y porque no, de sus castigos. Son momentos especiales que cuando logramos tomar vuelo, lo que menos deseo es terminarlos.
  Hay un antes y un después, pero estoy convencido que para enamorarse de una Dómina, primero hay que enamorarse perdidamente de la mujer que está dentro de ella, porque es a esa mujer escondida atrás de la armadura a la que tenemos que enamorar y no lo que vemos por fuera. “Lo exterior es la prueba a superar y en el interior está el premio que nos vamos a ganar”.
  Con algo de pesar, también soy muy consciente que hay otro factor muy importante a tener en cuenta para lograr despedirme definitivamente alguna vez del “Hombre Vainilla” y eso será el rol de “Mi Reina” como Dómina, porque si yo como sumiso no logro mínimamente lo que pretendo dentro de nuestra relación D/s, más allá de todo cuanto hagamos, es muy probable que la cosa en lugar de tomar vuelo, se nos caiga como un piano y ahí está la incertidumbre de este juego, porque ninguno de los dos sabemos cómo serán las cosas en el futuro y si ambos realmente seremos capaces de ajustarnos a un nuevo rol, dejando atrás definitivamente el mundo vainilla.-

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