domingo, 25 de noviembre de 2018

Ser la minoría


No está mal ser diferentes

  Ya casi terminando un fin de semana que estuvo cargado de experiencias de todo tipo, se me ocurrió escribir sobre lo duro que es ser parte de la minoría, y lo haré en todos los sentidos posibles, es decir: en la sexualidad, en la religión, o incluso, como inmigrante en un país extranjero por un lado y a su vez siendo considerado como un desamorado por alejarse de la familia y amigos, al buscar mejores horizontes.
  Arrancaré diciendo que tanto Lady Eros como quien escribe, estamos plenamente convencidos que es mejor luchar duro por ser felices en esta vida, que aspirar cobardemente a serlo en la venidera.
  Ayer Lady Eros, en un día que debía ser especial para ella, de comunión, paz y alegría, terminó envuelta en desaprobaciones, cuestionamientos íntimamente relacionados con viejas ideas culturales, religiosas, patriarcales y por supuesto machistas. Donde a ella se le quería quitar toda posibilidad de libertad, autonomía y lo más importante, negarle el empoderamiento que podría tener a mi lado. Ambos sabemos que, si ella lograra tener éxito en su empresa, a muchos hombres de su entorno se les podría venir la noche. Para nada, esa nuestra intención, pero de la manera en que ella fue cuestionada, parecería que querer salir del molde, está muy mal.
  Paralelamente horas antes, yo me vi involucrado en una situación bastante similar, pero inversa. Donde me invitaban a hacer otras cosas con mi vida, que ser sumiso de una mujer estaba muy mal, que en la naturaleza los machos gobiernan y que son las mujeres las que deben servirnos y cosas por el estilo que para nada profeso. En mi caso, no hubo malas intenciones, pero si desconocimiento o, mejor dicho, falta de entendimiento y comprensión. Porque el conocimiento ya lo tienen y lo que quieren (quizás en buena fe), es que de un giro de 180 grados en el rumbo que hace años ya viene llevando mi vida.
  Uno a uno, quizás sea fácil discutirlo, pero cuando uno se encuentra solo defendiéndose ante diez o más personas a lo largo del día, llega un punto que la cosa se comienza a poner difícil. Sin juzgar a nadie y con total humildad puedo decir que veo a esas personas coartadas por la religión, la moral y hasta incluso por la ley. Sin darse cuenta que nada es verdad, nada es eterno y que en realidad tenemos la libertad de vivirlo todo. Pero automáticamente nos esclavizamos a nosotros mismos por medio del miedo y la ignorancia. Esa es la principal arma que usan para mantenerlos a todos en el Mundo Vainilla. Nos obligan a ser máquinas de consumo y nos mantienen aturdidos y entretenidos con eso las 24 horas del día. Mientras que las verdaderas respuestas y el amor se encuentran en la desnudez, el silencio y la tranquilidad.
  Nosotros elegimos el FemDom como estilo de pareja y de vida, otros elegirán otra cosa, pero estén seguros que su decisión sea producto de su propia elección y no de las imposiciones del sistema. Sean lo que quieran ser, sean ustedes todo el tiempo, estén seguros de ser únicos.
  Es mucho más fácil ser de la mayoría, de los que ganan siempre, de los que tienen el poder y los números a su favor, pero creo estar convencido que eso no da la felicidad, por el contrario, la quita.
  El FemDom puedo definirlo como una corriente sexual que está cargada de un montón de elementos y protocolos que tienen por propósito empoderar a la mujer dentro de la pareja. Lo mismo se da en algunas parejas lesbiana donde una de las partes decide ser sumisa de la otra y las condiciones son casi idénticas.
  Yo no voy a ponerme a competir contra los demás de ninguna manera, no voy a estar diciendo que el FemDom o el MaleDom, que ser gay, travesti o transexual requiere más o menos sacrificio o esfuerzo en la conversión. Muy por el contrario, diré que a todos nos requiere el mismo esfuerzo cortar con las cadenas que nos impiden ser nosotros mismos. Todos nosotros soportamos la misma desaprobación del entorno. Y eso se debe a que somos la minoría, los bichos raros, las ovejas negras, etc. También he de reconocer que, en estos tiempos, tenemos más libertad y posibilidades de elegir diferentes caminos que en décadas anteriores.
  Lo más loco o insano de toda esta situación, es lo difícil que se nos hace entender y aceptar que vivimos en una sociedad que todo el tiempo nos dice que están buscando la igualdad de derechos, pero que, si no encajamos con lo que la mayoría quiere, entonces no los tenemos. Eso nos deja en la disyuntiva de tener que optar entre dos caminos: El primero es vivir hipócritamente pretendiendo ser alguien que no somos y el segundo, ser nosotros mismos pero teniendo que desarrollarnos por fuera de la familia, la iglesia, la escuela o incluso fuera de las comunidades que nos vieron nacer. No importa cuánto bien hagamos, para el resto somos los indeseados.
  Como conclusión, pienso que ser quienes somos no debería ser algo difícil, ya que simplemente con aceptarnos a nosotros mismos y siendo sinceros, ya está; con sólo eso es suficiente. Pero tengamos presente siempre el mandamiento que nuestro modo de vida, no debería perjudicar a nadie y será también nuestra obligación no discriminar a nadie de forma alguna.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario