martes, 9 de febrero de 2016

Mi viaje a Irlanda - Parte III

  A las 8:00 suena la alarma del celular. Se interrumpe así un sueño muy profundo y reparador que estaba teniendo. Me levanto y al correr las cortinas veo que el cielo se encuentra bastante nublado y algo de humedad sobre las calles. Prendo la tele para ver la temperatura y el pronóstico. La actual 5 grados y el pronóstico no anuncia lluvias, sino un cielo parcialmente nublado para las próximas horas.
  Cuando termino de vestirme, puntualmente 8:30 recibo un suculento desayuno irlandés. A simple vista, se ve que con esto se puede revivir al viajero más adormilado. Un desayuno irlandés consiste en una gran taza de café, dos tostadas pan blanco, unos garbanzos cocinados, 4 tomates cherry, champiñones fritos, salchichas, panceta, una especie de morcilla, huevos revuelto y los autóctonos puddings blanco y negro. Suficiente dosis de hidratos y proteínas para soportar lo más bien el resto del día.
  Bajo al lobby del hotel unos minutos antes de las 9:30; hora que fue acordada con la gente de Irlanda en Español. No llegué a sentarme y tomar una revista que al levantar la vista veo a través de la ventana que se estaciona una combi gris con el ploteado de la empresa. En la recepción me cruzo con el coordinador, quien al verme me llama por mi nombre en tono de pregunta extendiendo su mano, luego de mi confirmación sigue hablando en español, un español muy de España, pero fueron las primeras palabras que escuchó desde que llegué a Irlanda en mi lengua materna.
  Yo sería el séptimo pasajero del grupo y también el último, porque luego de un viaje de unos 15 minutos se detuvo en un estacionamiento especial en el Broadstone Garage, frente a Kings Inns Park. Entre los turistas que ya estaban esperando y charlando entre ellos, a mediana distancia me pareció ver un rostro que me resultó familiar, pero mi cabeza inmediatamente negó esa posibilidad. Pero al acercarme cada vez más, mis sospechas de que fuera Julieta se fortalecieron. Ella por supuesto que no reparó en mí, porque estaba muy entretenida charlando y riendo con otra chica
  Ahí se presentaron formalmente quienes serían nuestros anfitriones un conductor y una guía. A primera vista, ambos muy agradables, y en castellano nos invitaron a formar una especie de ronda he hicieron que nosotros también nos presentáramos y dijéramos nuestro lugar de procedencia. Julieta todavía no se había dado de mi presencia. Seríamos un total de 18 y en el preciso momento en que el primero se presenta, ella me ve y se tapa la boca con una mano y me señala con la otra dando saltitos cortos.
    A su turno se presentaron ella y su amiga, ambas venían de Argentina y conmigo seríamos los unicos argentinos del grupo, había un matrimonio mayor de chileno, otros dos más jóvenes de México, otras dos chicas brasileras que hablaban muy bien español, un matrimonio español con una hija adolescente y ahora no recuerdo muy bien al resto del grupo, pero todos eran muy agradables.
  Terminadas las formalidades nos invitan a tomar una foto grupal y a abordar el micro, pero Julieta no se contiene y viene a darme un fuerte abrazo y me presenta rapidamente a su amiga mientras tomamos ubicación para la foto con el micro y el Honorable Society of King's Inns de fondo. El sol parecía ganarle a las nubes y con sus rayos nos iluminó justo ese instante. Las cosas no podrían haber salido mejor. Irlanda estaba dando pruebas de ser una tierra mágica, pero no a tal punto de creer todavía en duendes y hadas.
  Buscamos lugar arriba del micro, logicamente ella se sentó con su amiga y yo en un asiento paralelo. Nos pusimos en marcha y la situación fue extraña, porque la idea de contratar un servicio de estos era conocer la ciudad y estar más o menos atento a todo lo que nos iba diciendo la guía, tomar fotos, pero a esto había que sumarle a una Julieta que se dividía en dos entre hablar con su amiga y hablar conmigo. Sentía que ambos teníamos la necesidad interior de bajarnos rápido del micro y sentarnos tranquilos en cualquier lugar para charlar, pero estaba visto que eso no podía ser posible por el momento.
  Nuestra primera parada fue el Trinity College, Dublin (TCD), que fue fundado en 1592 por la Reina Isabel I y es el único colegio constituyente de la University of Dublin, la universidad más antigua de Irlanda. El campus ocupa unas 19 hectáreas, con muchos edificios atractivos, tanto nuevos como antiguos, centrados alrededor de grandes patios y dos campos de juego. Oportunidad en la que aprovecho en sacar varias fotos, al ser domingo y no haber tanta gente, consigo algunas buenas capturas, pero el cielo ahora nublado no me ayuda lo suficiente.
  En eso Julieta me aparece por sorpresa desde atrás me agarra del brazo y se asegura de distanciarme lo suficiente del grupo para que nadie nos vea. En un vistazo que doy hacia atrás, veo a su amiga hablando por teléfono. "Aca está bien, no aguanto más" me dice, para luego empujarme contra la pared y con sus dos manos sujetar mi cara y darme un beso bien intenso. Me agarró luego de ambas manos, sin soltarme tomó distancia y se quedó mirándome a los ojos. Me soltó y volvió corriendo al lado de su amiga. Tal cual una adolescente.
  A todo esto el grupo ya estaba por entrar en La Biblioteca del Trinity College que es la biblioteca de investigación más grande de toda Irlanda y una de las más importantes de toda Europa. La guía nos cuenta que una de las escenas de Star Wars - El ataque de los clones estuvo inspirado en esta biblioteca justamente y parafraseando nos dice que la similitud es casi clónica entre las dos y que el Trinity consideró ejercer una acción legal en su momento, pero esta nunca se llevó a cabo.
  Como resultado de su gran importancia histórica, la Trinity Library es una Biblioteca Nacional del Reino Unido, por tanto, tiene derecho legal a una copia de todos los libros publicados en Gran Bretaña y consecuentemente recibe más de 100.000 nuevos artículos cada año. En sus ocho pisos la biblioteca contiene casi 4.5 millones de libros, incluyendo 30.000 seriales actuales y colecciones significativas de manuscritos, mapas y música impresa. Además cuenta con departamento de conservación y restauración.
  Terminada la primera visita, volvemos hacia el micro. Uno de los matrimonios mexicanos se me acercó para hacerme unas consulta sobre la situación argentina, mis opiniones sobre los "K", que por cierto no eran muy diferentes a las que ellos tenían sobre Enrique Peña Nieto. Julieta iba adelante nuestro charlando muy bajo con su amiga y cada tanto se daba vuelta para verme de manera discreta, pero como insinuando cosas.
  Cuando estamos llegando al micro, Julieta se separa de su amiga y viene hacia mí de manera muy decidida. Mis compañeros mexicanos entendieron rápidamente que algo pasaba, amablemente saludaron y quedamos en seguir luego la conversación. En eso Julieta me agarra con ambas manos la campera y me pregunta si quiero compartir el asiento con ella. Acepto su invitación y me toma de la mano guiándome al último asiento del piso inferior. Su amiga estaba arriba, supongo que sentada en el mismo lugar.
  "¿Quién empieza?" Dijo Julieta. "Primero las damas" contesté.
  Ahí me dijo que se había peleado con el novio, porque él no estaba dispuesto a acompañarla al sur. A ella le había surgido una muy buena posibilidad laboral que seguramente no se le iba a volver a presentar en la vida. Por otro lado las cosas con él no estaban tan bien como ella lo hubiera deseado y esa oferta laboral era la excusa perfecta para separarse, darse un tiempo y ver qué le pasaba a cada uno. La chica que estaba con ella era una compañera de trabajo. Ellas dos y otros tres compañeros fueron seleccionados para un viaje de capacitación a Londres y para conocer las oficinas centrales de la empresa para la que estaba trabajando. Todo esa actividad había terminado el viernes al mediodía. Sus tres compañeros volvieron ese mismo día para Argentina, pero ellas dos habían solicitado adelantar una semana de sus vacaciones, que aprovecharon para visitar Irlanda, llegando a la tierra de los celtas el viernes a la nochecita y se quedaban hasta el jueves 24 de abril a la tarde cuando debían volver a Londres y desde ahí el viernes a Argentina.
  Su programa era mucho más abierto que el mío. Ellas habían dejado todas las carpetas laborales y cosas de valor en un deposito de la compañia. Viajando solamente con lo necesario, un par de mudas de ropa, elementos de higiene, pasaporte y celular. Se estaban alojando Kinlay House Dublin, un hostel muy grande, donde todo es joda la mayor parte del tiempo. Ellas estaban compartiendo el cuarto con dos chicas suecas que tomaban cerveza como si fuera agua y pareciera que fueran inmunes al alcohol. Me contó que ni bien se instalaron en la habitación ya las estaban desafiando a jugar al pool y jugaron cinco partidos ganando dos y perdiendo por poco el último. Esa misma noche su compañera había tenido buena onda con un español bastante más jóven que ella y fue él quien les había sugerido contratar "Irlanda en Español".
  Me contó que la noche anterior fueron con el español, las suecas y otros chicos del hostel al Irish Céilí Dance Club y la pasaron a lo grande. Por 14 Euros tenían acceso a una hora de clases grupal y dos consumiciones. A las 20:30 se abren las puertas para todo el público y 23:30 cierran. Una céilidh, es un festejo con la danza tradicional de los pueblos gaélicos de Irlanda y Escocia, aunque hoy día puede encontrarse también en otros países con población descendiente de emigrantes de estos países.
  Cuando estaban de regreso al hostel con las suecas en un taxi, la compañera le reconoció que le tenía ganas al español y que habían acordado tomar unas cervezas en el salón de estar. Que por las noches quedaba a media luz y con un par de sillones bastante a oscuras, ideal para ser usados como reservados. El español y los otros chicos llegaron en otro taxi atrás de ellas.
  Julieta jugó un par de partidos más al pool con cada una de las suecas y esta vez la suerte estuvo a su favor, le ganó a las dos. Victoriosa las saludó, se fue a dar una ducha y de ahí a dormir. Jamás supo la hora en la que volvió su compañera a la habitación, ni lo que pasó con el español. Pero ella sostiene que de sólo verle la cara de satisfecha, lo dice todo jajaja
   Llegó mi turno de contarle todo, pero cuando estaba por la mitad más o menos nos detuvimos en la imponente Catedral de San Patricio. Todo lo que pasó entre el Trinity College hasta llegar ahí no lo registré de manera alguna porque estuve cautivado por Julieta.
  Empezamos a caminar por los verdes jardines de Saint Patrick´s Park, alejándonos de la Catedral, deduzco que sería porque no estaría concluido el servicio dominical. La compañera de Julieta se une a nosotros, pero al cabo de unos minutos se disculpa y me pide permiso para hablar con ella a solas y se sientan en uno de los bancos del parque. Oportunidad que aprovecho para tomar algunas fotos y pellizcarme para ver si todo eso era real.
  La guía nos dirige por un camino que nos vuelve a llevar hacia la Catedral y nos cuenta parte de su historia. Julieta y su compañera van rezagadas del grupo. A medida que nos vamos acercando a la majestuosa obra arquitectónica el grupo comienza a callar. Al entrar, quedo atónito al darme cuenta de la gran cantidad de detalles interesantes que reflejan diferentes momentos históricos. A lo largo del templo se sitúan un gran número de bustos, monumentos sepulcrales y placas mortuorias que pretenden conmemorar a algunos de los ciudadanos más célebres en la historia irlandesa, como Douglas Hyde, Turlough O´Carolan o Jonathan Swift entre otros.  
  Dejamos la Catedral de San Patricio, Julieta se mantenía junto a su amiga, yo me fui separando cada vez más de ellas porque estaba tomando las última fotos. Digamos que estuve entre los últimos que subieron al omnibus. No llegué a entrar que Julieta me llamó desde el mismo asiento que estábamos antes.
  Sin movernos la guía nos ofrece a todos los pasajeros un muy rico café caliente con dos porciones de budín irlandés de diferente sabor, el chófer pone una música celta muy apropiada para el momento y luego de unos minutos nos ponemos en marcha hacia la Guinness Storehouse. Edificio que fuera construido en 1904 para ser utilizado como lugar de fermentación de la cerveza Guinness. En el año 2000 para tener una mejor llegada con sus clientes y turistas que visitan Irlanda, la cervecera abrió sus puertas al público para mostrar sus instalaciones y hacia allá nos dirigíamos.
  En el viaje Julieta de manera muy directa me preguntó "¿Cuáles eran mis planes para los próximos días?" A lo que respondí, visitar la mayor cantidad de lugares que pudiera, sacar muchas fotos y empaparme lo más posible de la cultura celta. Objetivo que no estaba logrando cumplir a la perfección en esos dos primeros días. Pero que de todas formas y a pesar de eso, el viaje estaba superando cualquier expectativa que hubiera tenido y que estando ella sentada al lado mío, sacudía completamente cualquier programa previsto. En silencio me escuchó, mientras que su mirada se iba clavando en mí, convirtiéndose ella en la lupa que concentra los rayos del sol en un punto, mientras que yo era el papel que se consumia.
  Entonces se acercó a mí, acarició mi mejilla y centenció mi futuro "¿Sabés lo que va a pasar?" consultó. Yo tímidamente di a entender que no con un gesto. A lo que ella prosiguió "Cuando terminemos esta excursión, vos vas ir para tu hotel, yo para el hostel, voy a buscar las pocas cosas que tengo, voy a tomar un taxi y me voy a instalar en tu habitación. Mi amiga ya arregló un programa similar con el español, por lo que está todo bien con ella. Es más, esta fue su sugerencia. Entonces yo te voy a pedir que arregles todo en la recepción para que no tenga problemas en registrarme en tu habitación y que me den una llave de la misma. Vos vas a esperarme ya bañado y desnudo. Quiero que dejes la habitación lo más oscura posible y voy a darte la posibilidad de que busques un buen lugar en ella para esconderte. Vas a ser el bambi que esta leona hambrienta cenará esta noche. ¿Estás de acuerdo, te parece bien?" concluyó. Yo me quedé helado y no pude dar respuesta. Entonces Julieta se levantó del asiento, se inclinó para darme otro de sus besos bien profundos y dijo "Probrecito, sabés bien que el que calla otorga, por lo que deduzco que aceptaste. Disfrutá tus últimos momentos tranquilo y nos vemos esta noche". Se pasó para el pasillo y se fue caminando para arriba con su amiga. No creo que vuelva a tener la oportunidad de hablar con ella hasta la noche, momento en el que se efectuaría mi condena.
  Llegamos a Guinness Storehouse, trato de recomponerme, bajar a tierra y concentrarme en lo que queda de la excursión. Tal cual el contrato, no tenemos que hacer ninguna cola y accedemos todos al edificio. Con lo primero que uno se encuentra al entrar es la copia del contrato de alquiler de la cervecería que fue firmado por Arthur Guinness en 1759 y por 9.000 años. Avanzando hacia el interior del almacén puede contemplarse una llamativa exposición sobre los cuatro ingredientes que componen la cerveza. Simplemente agua, lúpulo, cebada y levadura; pero que combinados a la perfección son capaces de conseguir ese sabor tan especial.
  En la primera planta la guía nos enseña todo el proceso de elaboración de la cerveza. Una gran sala contiene la antigua maquinaria que se utilizaba en la fábrica: un molino, un tostadero, un alambique y barriles gigantes de madera. También se ven los diferentes medios de transporte que se usaron en el pasado, cuando la cerveza era comercializada en barriles. También hay una gran zona destinada a los maestros toneleros, un oficio que era de gran importancia para la Guinness.
  La segunda planta invita a un recorrido por las campañas publicitarias de Guinness a lo largo de la historia. La más llamativas fue la realizada en 1916 en la que se arrojaron miles de botellas con diferentes tipos de mensajes en el mar. Decenas de años después, las botellas continuaban apareciendo para sorpresa de los afortunados que las encontraban.
  En la tercera planta somos desafiados a demostrar nuestros conocimientos sobre los alcoholes mediante diferentes y divertidos juegos interactivos. En la cuarta planta nos reagrupamos para escuchar la exposición de la guía que nos relata la historia del edificio desde el año 1904 hasta su conversión en un centro de visitantes en el año 2000. En la quinta planta brinda a los visitantes la posibilidad de tirar su propia pinta, haciéndoles entrega de un diploma que acredita nuestra destreza. Yo no lo hice del todo bien, pero igual me lo dieron. Y toda esta aventura finaliza en el Gravity Bar en la terraza del edificio. Un lugar súper agradable lugar donde todo el grupo hace un brindis degustando finalmente la tan preciada bebida que nos es ofrecida como cortesía de la casa. En este lugar también se pueden adquirir algunos suvenires originales.
  Las pocas veces que crucé la vista con Julieta o con su amiga, ellas se sonreín de manera muy pícara, lo que hacia que yo cada vez sintiera más vergüenza y que para relajarme me viera obligado a intercambiar conversaciones con el resto del grupo, que por cierto, también parecía que sospecharan algo, o era yo que me sentía tan perseguido, no lo sé.
  Terminada la visita, Julieta y su amiga fueron directamente para arriba, yo por las dudas decidí quedarme abajo y eso dió lugar a que el mexicano con el que había conversado anteriormente, se interesara en pasarnos los mails para que nos intercambiarnos fotos del viaje y a su vez me advertía que de ir a México se lo hiciera saber, él vivía en Valladolid un lugar no muy lejos de Playa del Cármen en la provincia de Yukatán y no tenía inconvenientes en ofrecerme toda su colaboración para lo que esté a su alcance. Yo por mi parte hice lo propio.
  Fue así que llegamos de regreso a Kings Inns Park cerca de las cinco de la tarde y la combi que me trasladaría de regreso al hotel ya nos estaba esperando. Bajé del omnibus antes que Julieta y su amiga, de diferente forma les dimos las gracias a nuestros anfitriones nos saludamos entre todos. Me acordé que en la billetera tenía una tarjeta del hotel y se la di a Julieta al momento que la saludé a ella y su amiga con un beso para luego subir cada uno a combis diferentes y regresar al hotel.
  Una vez en el hotel dí la novedad de que Julieta se iba a estar registrando en horas de la noche, que los costos se cargaran a mi cuenta y que le dieran una de las llaves para que pudiera ingresar por su cuenta.

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