lunes, 10 de agosto de 2015

Encontrarte y finalmente poder descubrirte - Parte 3


  Bienvenidos mis amigos a esta tercera parte y para poder continuar, les pido por favor que vuelvan mentalmente a la pizzería, al momento de las propuestas y los acuerdos.
  Como primer punto, ella aclaró que no habría coito, es decir que los dos debíamos borrar cualquier imagen de pene y vagina juntos, porque eso “NO” iba a pasar. De darse algún deseo de ella por sentir penetración, ambos sabíamos que ya teníamos el artilugio para la ocasión.
  Lo segundo segundo fijar el día, el lugar y la hora. Julieta por esos días estaba desbordada de trabajo, pero el lunes por tarde alrededor de las 14:30 tenía un espacio en su agenda, hasta las 18:00 aproximadamente, que tenía un turno con una clienta por la zona de Flores. El lugar lógicamente sería un albergue transitorio de la zona.
  Por el momento no vimos necesario crear algún tipo de contrato escrito, dado que íbamos a ir despacio por su falta de experiencia y desconocimiento del tema. Una cosa es leerlo y fantasearlo por parte de ella, otra muy diferente era llevarlo a la practica. Por eso ambos nos comprometimos a  cumplir con la palabra dada.
  Si bien no pasaría nada extremo, fijamos como palabras de seguridad "amarillo" (precaución) y "rojo" (fin del juego). Obviamente también confirmamos los roles de cada uno, donde ella sería la Dómina y yo el sumiso. Hubo una recomendación de ir bañado, afeitado y perfumado, para que ella pudiera desarrollar lo que tenía planeado desde el primer momento.
  Básicamente y si mal no recuerdo, eso fue todo lo que se habló mientras almorzamos. Tampoco pudimos profundizar mucho más, porque una llamada a su celular adelantó su partida. Mientras iba agarrando sus cosas decia: "Perdón, pero te tengo que dejar. Espero me entiendas y nos vemos el martes 14:30 en Plaza Flores. Avísame sólo en caso de cancelar o llegar más tarde. De lo contrario el plan sigue adelante como esta". Me hace un mimo en la cara, se acerca, me da un beso muy cerca de la oreja y con vos sensual me susurra: "Pobrecito, no sabes lo que te espera" y desaparece.
  La respiración se me paralizó por un instante, pero que feliz y dichoso me sentía. Me  tomé mi tiempo para terminar de comer y me puse a meditar las mejores maneras de seguir adelante con este juego. No quería causar problemas en casa, donde todo estaba bien y tranquilo, quizás por demás tranquilo .
  Siendo fin de semana, opté por no decir una sola palabra hasta el lunes. Pero no funcionó, porque al llegar a casa fue inevitable la pregunta "¿Cómo te fue esta vez con tú amiga?" Patada al hígado y ahí mi respuesta tratando siempre de no mentir: "Me fue súper bien, tuvimos una conversación por demás interesante y necesita mi ayuda para resolver algunas cosas personales y poder mejorar la relación que tiene con su novio".
  Mí esposa, como algunos otros amigos suponen que tengo una especie de don para interpretar y brindar soluciones a alguno de los problemas de los demás. Estando con ella, en estos pocos meses que llevamos juntos, me vio integrarme a su familia muy rápidamente y ganarme el afecto de casi todos ellos. En más de una ocasión partícipe entre ellos para solucionar problemas y diferencias. Sabe que me gusta reunirme con amigos para filosofar sobre distintos temas de la vida en general y que para ello, me preparo leyendo o escuchando audio libros. En más de una oportunidad, me ve analizando y traduciendo esas canciones que tienen una buena letra y que si están acompañadas de una buena música después pasan a convertirse en himnos de mi vida, escuchándolas una y otra vez.
  Deduzco que no debo ser una persona fácil de comprender o aceptar, pero no creo tener maldad. Por el contrario me sabe generoso, compañero y tratando siempre de contagiar alegría a los demás para dibujar sonrisas en sus caras. Ella me conoció y me aceptó así, por suerte hasta el momento no quiere cambiar la esencia de mí personalidad.
  Juntos pasamos un muy lindo fin de semana. Traté de poner mi atención y lo mejor de mí para hacerla sentir bien a ella y a sus hijos. El sábado dimos un gran paseo en bicicleta, vimos una película juntos -El Llanero Solitario-, que por cierto, nos divertimos mucho con ella. El domingo los acompañé a su Iglesia y digo su Iglesia, porque es una religión que no comparto, pero dentro de ella me permití conocer muy buenas personas y por supuesto aprender más. Preparé el almuerzo, dormimos una larga siesta y terminamos el domingo ordenando la casa, separando ropa y cosas que ya no usábamos para donarlas.
  Consideré justo mencionar todas las cualidades de mí esposa y quizás las mías, para que no se piensen que por resentimiento o desamor estoy queriendo volver al FemDom con Julieta. Escribiendo esto, me viene a la memoria una propuesta similar que recibí estando casado con "Mi Reina" por parte de otra Dómina muy amiga de este Blog, en la que me propuso estar en su pequeña mazmorra una tarde cualquiera. Por supuesto con el visto bueno de "Mi Reina". Pero por razones que no vienen al caso la propuesta no prosperó más allá del comentario. De todas formas, por aquellos días, me sentía como ahora con Julieta, aunque con dicha Dómina la adrenalina era más fuerte, porque sabía de la excelente reputación y cualidades de Mistress de esa señora.
  Sin pensarlo, el lunes llegó, trato de cumplir con todas mis obligaciones laborales por la mañana, vuelvo a casa me doy una ducha, me afeito bien, por si acaso también hago lo mismo con mí socio por si llegara a haber alguna inspección por parte de Julieta. Terminados todos los preparativos, la llamo a mi señora a su trabajo y le cuento que estoy yendo a encontrarme con Julieta, que ella tenía necesidad de verme porque necesitaba de mí ayuda. "Bueno, gracias por avisar y suerte", me dijo. “No gracias a vos por entender y nos vemos después en casa", le respondí.
  Pongo en marcha el auto y busco la Avenida Nazca para ir bajando hacia Flores. En eso me llega un mensaje de Julieta que dice: "Hola Mío, ya salí de Morón y estoy viajando en un tren rápido. Nos vemos pronto".
  ¿Hola Mío?, primera vez que me llama así, en lugar de hacerlo con mi verdadero nombre. Julieta no para de dar pruebas de grandes progresos con cada aparición que hace. En eso que voy pensando esas cosas, suena el celular, es ella, atiendo "Hola Mío ¿Te llegó mi mensaje?" Pregunta. "Si llegó bien. Perdón por no responderlo, pero estoy manejando para allá. Acabo de dejar Avellaneda y ya estoy en rumbo hacia la plaza", respondo. "Yo ahora estoy en la esquina de la Yerbal. Acá te espero", me refiere ella antes de cortar.
  Estoy por llegar a la barrera y cling cling cling cling empieza a bajar, estoy tercero en la fila. Agarro el celular y le explico mi situación. A lo que responde "No te hagas problema, que me voy a cobrar cada segundo de espera". Cruel, terriblemente cruel y cuanto me excita que así sea.
  Por suerte fue el tren que entraba a la Estación por lo que no pierdo demasiado tiempo ahí. Al llegar a la plaza rápidamente reconozco a Julieta y por más que lleve puesto sus anteojos de sol. Ella hace lo propio, por lo que al detenerme no hace falta ni que toque bocina. Desde adentro le abro la puerta y ella sube al auto. La saludo diciendo: “Hola, perdón por no bajar para abrirte la puerta, pero no estaba bien parado”. Un poco sorprendida, ella responde “No lo había pensado, pero lo tendré en cuenta para la próxima”, mientras se me acerca para saludarme con un beso.
  Para relajarnos un poco, hablamos de lo que había sido el fin de semana de cada uno, mientras voy manejando por Alberdi hacia el Hotel La Perla. Antes de entrar le indico el lugar consultándole si ahí le parecía bien y ella consintió. Entonces damos toda la vuelta a la manzana para poder ingresar. En el recorrido, ella me advierte que pagaría ella y que no quería objeciones de ningún tipo. Me cuenta que se tentó el mismo viernes en jugar a La Quiniela, algo que solo suele hacer en algunos cumpleaños cuando tiene pálpitos similares. Ella eligió el 69 (los vicios) y el 269 porque éramos ella y yo. Jugó un importe equivalente al almuerzo de Guerrín y ganó en el sorteo de la Provincia el equivalente a unas cuatro o cinco salidas como estas y me señaló que ese dinero no lo iba a usar para otra cosa. Me advierte que probablemente esas salidas serían el tiempo que probablemente iba a durar nuestro juego de rol.
  Que mezcla de sensaciones, estaba sufriendo en un mismo instantes, alegría, tristeza, ansiedad, miedo, curiosidad. Mí estomago se anudó y ella acompañó con su silencio hasta que entramos a La Perla. Antes de yo hablar con el conserje, siento su mano sobre la mía que esta puesta en la palanca de cambios, la acaricia y rompe el silencio preguntándome: “¿Querés seguir realmente, estás listo?”. La mire a los ojos y respondí: “Creo que sí, supuestamente soy yo el que acá tiene experiencia”. Julieta muy decidida me dice: “Entonces preguntá si tienen alguna habitación con posibilidades de hacer ataduras a la cama o cosa por el estilo”.       
   El conserje nos confirma que sí tiene habitaciones disponibles con esas características, nos da la Número 23 en el segundo piso y además nos dice que cuenta con un sillón erótico. Estacionamos el auto en el lugar que nos asignan y vamos hacia el ascensor. Cuando estamos subiendo, Julieta pone su dedo índice sobre mi boca y me dice “A partir de este momento no podes hablar más, salvo responder a lo que te pregunte”, retira el dedo y me da un beso rápido en los labios.
  Ya no hay vuelta atrás para mí, abro la puerta del ascensor y la sigo hasta la habitación. Al entrar ella me pregunta “¿Querés algo para tomar?”. Sorprendido por el poco tiempo que duró mi silencio le respondo: “No estoy bien gracias”. Deja su bolso sobre la mesa y me doy cuenta que apaga su celular y lo guarda adentro de su cartera. Se nota que no quiere ser molestada por nadie. Noto que está un poco tensa, me encantaría abrazarla fuerte y darle un buen beso. Pero eso complicaría poder seguir después con el juego y justamente el objetivo es que ella desarrolle su fantasía sin que yo interfiera.
  Se viene hacía mi y desde una distancia prudencial me da las siguientes instrucciones: “Quiero que vayas al baño, cierres la puerta, hagas lo que tengas que hacer, si no esperas ninguna llamada importante te pido que apagues tu celular, te saques toda la ropa y te quedes solo con el slip, bóxer o lo que uses como ropa interior, después abrís la puerta y te paras mirando hacia el baño debajo del marco. Creo que fui bastante clara. Si no tenés dudas, por favor hácelo”.
  Es una dulce, me pide las cosas por favor. Sin pensarlo hago todo lo que me indicó y quedo vestido solamente con un bóxer plateado que me gusta y creo que me queda bastante bien. Abro la puerta, disimuladamente trato de buscarla con la vista, pero no llego a distinguir nada, está todo bastante oscuro. Me doy media vuelta y espero. Otra vez escucho su voz “Por favor, cerrá los ojos”. No me terminó de dar la instrucción, que siento el antifaz en mi cara y que lo ajusta bastante fuerte. Me toma de la mano y me lleva hasta el sillón donde ella se sienta.
  “Estos piecitos te esperaron en la plaza casi 7 minutos, creo que cada uno de ellos necesita ese tiempo de cuidado”. Sus palabras sonaron como una instrucción, busque sus piernas y siento que llevan puestas medias de nylon. Comienzo por masajear los desde los dedos de su pie derecho, uno por uno, luego la planta del pie y así poco a poco voy subiendo hasta su pantorrilla y bajo a la planta del pie de nuevo. “Por favor, podes ir más arriba si no te molesta”, le escucho decir. Obviamente que accedo y descubro que las media que lleva son para portaligas, pero no siento las correas. Si parece vestir un babydoll, pero en el momento que estoy por llegar a su entrepierna. Me interrumpe para decirme “Esta ya está bien, ahora la otra pierna por favor”. Seguí los mismos procedimientos y controlando mis manos para que no suban demasiado rápido y todo vaya bien. “Ya esta, fue suficiente, gracias. Ahora por favor quédate así arrodillado” me ordena.
  Siento que Julieta se levanta y empieza a dar vueltas a mi lado, muy lentamente. En ese momento las uñas de una de sus manos hacen contacto sobre mis hombros y van dibujando un círculo a medida que ella va girando. “Asique ahora sos Mío. Que buen nombre te puso tu reina. Ahora entiendo mejor el por qué de ese nombre, la posesión y el dominio que permitís ejercer, el placer que podes dar. Nunca me sentí tan importante con un hombre. Creo que nunca pude sentir tanta autoridad en un momento íntimo.”
  Así estuvo un tiempo y siento que ella se arrodilla frente a mí en la misma posición. Acaricia mi cara, me da un beso en una mejilla, al rato en la otra, con cada beso se va acercando cada vez más a mi boca. Trato de no moverme y siento sus manos a cada lado de mi cabeza y entonces destruye mis sentidos dándome un beso inolvidable, esos que causan emoción en las películas. Mecánicamente pongo mis manos igual que las de ella y acaricio sus pelos. Que lindo lo que estábamos viviendo, al  momento de despegarnos, ella vuelve a ponerse en su roll y me ordena “Por favor párate y poné las manos atrás”.
  Hago lo que indica y entonces ella me coloca las esposas, me lleva al pie de la cama, me indica acostarme boca arriba y ubicarme al centro. Con las correas que compramos sujeta mis pies a cada extremo y lo mismo hace con mis brazos, atándome por los codos quedando como un jarrón. No recuerdo nunca haber estado en esta posición, por lo que Julieta ya estaba debutando con una nueva experiencia para mí.
  Terminadas las sujeciones, siento algunos mimos, un rato por las piernas, al rato sobre mi pecho, luego por los brazos, como si ella estuviera meditando su próxima movida. En eso siento que se sube arriba de la cama, está parada y pone cada pie al lado de mi cabeza, siento que poco a poco se va poniendo de cuclillas, hasta que su ropa interior hace contacto con mi cara. Su perfume empieza a enloquecerme, intento hacer contacto con mi lengua y ella inmediatamente me interrumpe: “Yo no te dije que hicieras eso. Estas muy atrevido, para mí que necesitas un poco de disciplina. Pero por ser hoy el primer día te voy a perdonar”.
  Julieta trata de volver a enfocarse en lo que estaba, siento como se autosatisface frotando su pubis sobre mi cara. Por momentos me produce pequeñas asfixias. En eso que se está empezando a mojar, se detiene, se levanta y se saca la tanga. Se da vuelta, o sea que ahora pone su cara mirando a mis pies y nuevamente vuelve a poner su sexo sobre mi cara. Esta vez la sensación es completamente diferente. “Ahora si podes usar tu lengua, pero por favor hácelo despacio”, me indica.
  Que delicia, pocos placeres son comparables a lo que estaba viviendo en ese instante. Desde mi inmovilidad trataba de que mi lengua pudiera prestar atención a cada zona. Julieta acompañaba y colaboraba con cada uno de sus movimientos. Cada tanto sus uñas se clavaban en mi pecho. Parece ser que yo lo estaba haciendo bien, pero sin mediar palabra se detiene. Agarra la mordaza con doble dildo y me la coloca, por primera vez la noto temblorosa y ansiosa. Vuelve a ponerse en la misma posición, se introduce la parte larga del dildo y comienza a moverse despacio al principio pero cada vez con más fuerza.
  Inesperadamente, ella pone atención sobre mi compañero, siento sus uñas y sus manos acariciándolo por sobre el bóxer, lo que vigoriza mucho más mi visible erección. Baja mi ropa interior lo suficiente como para liberar a mí compañero. Julieta lleva su boca sobre él, con la punta de la lengua hace giros y juega con la cabeza, mientras que con una mano lo sujeta firme. Su felatio cada vez es más intenso, si sigue así no voy a poder contenerme y ella se da cuenta de eso, por eso hace una pausa, para volver a concentrarse en ella. Con una mano empuja mi cabeza con fuerza, para que el dildo entre en ella lo más posible y así llegó su orgasmo. Sentí todo su cuerpo estremecerse y como liberó un montón de energía.
  Para mi buena fortuna, fue considerada conmigo y con el poco resto que le quedaba, me masturbó. No tuvo que hacerlo mucho tiempo, porque me corrí casi al instante. Con sus manos se aseguro de ordeñar hasta la última gota.
  Ella recuperó el aliento, fue al baño, buscó una toalla, la mojó y volvió a mí. Lo primero que hizo fue quitarme la mordaza. Limpió mi baba y sus fluidos de mi cara. “Pobrecito Mío, te portaste muy bien mi vida”, fueron sus palabras después del largo silencio que hubo durante toda la sesión. Después limpió con mucho cuidado mi cuerpo. Fue liberando mis brazos, luego los pies. Me hizo girar para sacarme las esposas y lo último fue el antifaz. Se puso a mí lado y me dio otro gran beso, muy húmedo y lo suficientemente largo como para transmitir todo lo que sentía y yo no preguntara nada. Luego se recostó dándome la espalda y me pidió que por favor la abrasara.
  Nos habremos quedado así unos 20 minutos, media hora a lo sumo, no lo sé. Lo que si el silencio era profundo. En eso se da vuelta y me dice: “Estoy un poco confundida, vos estuviste muy bien, hiciste todo lo que te dije y me respetaste. Ahora tengo que procesar lo que viví. Si quiero seguir o no. Sabiendo que seguir implica hacer cosas nuevas y crear nuevas situaciones. Tendrían que ser diferentes a lo de hoy. Parar es quedarme con esta única experiencia solamente y fortalecer un buen recuerdo tuyo”. Otra caricia y un beso en la mejilla, para levantarse he ir al baño a darse una ducha. 
  ¿Qué hago? ¿Entro a la ducha con ella sin que me lo haya dicho, o espero a que termine en la cama? En un par de segundos tuve la respuesta, Julieta se está duchando y necesita de los cuidados de su sumiso. En silencio entré y por primera vez podía contemplar la majestuosidad de su cuerpo completamente desnudo. Cuando me vio, trató de cubrirse con los brazos y me preguntó ¿Qué haces acá? Sin responder palabra, puse su espalda hacía mi, tomé el jabón y comencé a enjabonarla por los hombros, baje por su espalda, luego su cadera y terminando en sus piernas. Entonces me acerco a su oído y le pregunto: "¿Puedo seguir?" Sin responder, ella se pone de frente a mi y yo sigo con mi labor. Realmente es muy hermosa.  Cuando estoy enjabonando sus pies me doy cuenta que ella ya está lavando su cabeza. Que lástima, me quitó una tarea. “Por favor me alcanzas la bata de baño”, me indica. Inmediatamente salgo, agarro la bata y una toalla para el cabello. Ella cierra la ducha. La ayudo a ponerse la bata y le doy la toalla.
  Nos cuesta coordinar los movimientos, no es un juego de FemDom perfecto, pero lo traté de llevar adelante lo mejor que pude. “Que descuidada estuve, no hice nada por vos”, me dice. A lo que respondo “Es que vos no tenés que hacer nada por mí”. Ella no se dio cuenta que había hablado sin su permiso, se nota que está un poco confundida. “Date un baño vos ahora, mientras yo me seco el pelo” sugirió y así lo hice.
   No creo que este haya sido el final que ella haya querido, por ahí algo falló. Un ataque de culpa, que se yo. Quizás yo debería sentirme igual, pero no, yo me siento muy bien, me siento vivo y feliz. Sobre todo por haber reforzado lazos de una manera especial con ese amor imposible de la adolescencia.
  La experiencia vivida no fue nada sensacional o extravagante, por el contrario muy sensilla, pero íntimamente lo suficientemente fuerte para que a ambos se nos muevan algunas cosas.  
  Mientras nos vestimos me consulta si puedo dejarla en el edificio de su clienta, obviamente que eso estaba por demás asegurado. Esta visto que Julieta está fuera del personaje de roll, enciende su celular y con ese acto caemos a la realidad.
  Dejamos la habitación mucho antes de que termine el turno. Abonamos, subimos al auto y ella se comunica con su clienta para avisarle que ya está por llegar. No estábamos lejos, por lo que el viaje fue relativamente corto.
  Al parar el auto, me da otro beso bien húmedo y de lengua; como dije antes, esos que transmiten todo para que uno no haga preguntas y se despide diciendo: “Yo me vuelvo a comunicar con vos. Gracias por tu silencio hasta entonces y quédate tranquilo que estoy muy bien, que vos estuviste muy bien y que para mi fue un experiencia única y hermosa. Nunca me sentí así y podes estar orgulloso de eso”.
  El beso y sus palabras me inmovilizaron para dejar que se vaya, sin saber si volveré a tener cualquier tipo de contacto con ella nuevamente.- 

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