miércoles, 12 de agosto de 2015

Esculpido por sus manos

Señora mía:
  Un soplo de vida me invade al sentir sus manos tibias sobre mi cuerpo de piedra.
  ¿Será usted finalmente mí gran escultora? ¿Seré yo el resultado de su amor e inspiración?
  La veo colocarse los guantes. Tomar el mazo en una mano y el cincel en la otra.
  Usted me contempla y está eligiendo el mejor lugar para empezar.
  Su mano derecha se alza y recibo con firmesa su primer golpe.
  Un golpe que me hace brotar una lágrima.
  Entonces descubro que puedo ser capáz de llorar.
  Eso significa que soy capáz de sentir; y si siento, quiere decir que estoy vivo. 
  Usted profesionalmente sigue adelante con su labor.
  Tiene una visión de mi, que yo no tengo.
  Así, su cincel va penetrando en lados diferentes y va causando cada vez más dolor.
  Por primera vez, siento latir muy fuerte el corazón.
  Pero aun soy de piedra y no puedo moverme.
  Estoy estático y sometido a su voluntad.
  En algún momento usted terminará. Y yo su obra maestra seré.
  Porque dejaré de ser lo que era, para ser lo que usted ha creado.

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